La Mojana, piloto de adaptación al cambio climático en Colombia
La región de La Mojana completó su proyecto de adaptación al cambio climático, que incluye la recuperación de caños, instalación de viveros, habituación de las casas para evitar inundaciones y nuevos sistemas de pastoreo de animales.
La Mojana se ha visto afectada por los efectos de la variabilidad climática, principalmente por las sequías del fenómeno del niño del año 2015 y las inundaciones que ocasionó el fenómeno de La Niña entre el año 2010 y 2011
La Mojana
es una subregión ubicada en el norte de Colombia, conformada por 11 municipios
que hacen parte de la región de La Depresión Momposina. Su territorio es
bañado por las cuencas de los ríos
Magdalena, Cauca y San Jorge, convirtiéndola en una zona estratégica rica
en biodiversidad, fauna y flora, en especial, por sus humedales.
Sin embargo, este paraíso natural se ha
visto afectado por los efectos de la variabilidad
climática, principalmente por las sequias del fenómeno del niño del año
2015 y las inundaciones que ocasionó el
fenómeno de La Niña entre el año 2010 y 2011, que generó una emergencia sin
precedentes a causa del desbordamiento del río Cauca y el rio San Jorge,
causando pérdidas materiales, humanas y ecosistémicas.
Producto de esta inundación fuera de los parámetros normales para la
región, los municipios de Ayapel (Córdoba), San Marcos (Sucre) y San Benito
Abad (Sucre), fueron los territorios que sufrieron las mayores afectaciones. Es
también en estos municipios en donde se desarrolla el proyecto “Reducción del riesgo y de la vulnerabilidad frente a los efectos
del cambio climático en la región de la Mojana”, una iniciativa
que quiere generar acciones que les permitan a las comunidades, enfrentar
las inundaciones y sequías producidas por los efectos del cambio climático, a través de la implementación de
medidas de adaptación en sus medios de vida. El proyecto lo lidera el
Ministerio de Ambiente junto al Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD).
El proyecto vinculó a más de 40 comunidades de la región y se han
beneficiado más de 2.000 familias. Como aspecto importante para iniciar el
proceso de adaptación al cambio climático, se encuentra la modernización
total de la infraestructura para el análisis hidroclimatológico de la región.
Esta acción contó con el apoyo del Instituto de Hidrología, Meteorología y
Estudios Ambientales (IDEAM) y ha permitido monitorear en tiempo real el nivel
de los caños y ríos en La Mojana. La información recopilada se
analiza para la toma de decisiones y la generación de alertas tempranas frente
a eventos que puedan poner en riesgo los medios de vida de las personas y de
los ecosistemas.
El Fondo de Adaptación al Cambio
Climático realizó la modelación hidrodinámica de la Mojana y género escenarios de amenaza y riesgo de inundación, información
que fue utilizada para el establecimiento de un sistema de alertas tempranas
comunitario, a través de 14 comités conformados por habitantes de la zona,
quienes fueron capacitados para monitorear las alertas ante inundaciones, en articulación con los
Consejos municipales de gestión del riesgo y proteger de esta manera a la
comunidad.
Por otra parte, y teniendo en cuenta los ejercicios de adaptación al
cambio climático en este territorio, se logró en un trabajo
comunitario la recuperación de 5 caños que se encontraban sedimentados. Con
esta recuperación, se benefició a más de 17 mil personas pertenecientes a estos
tres municipios, pues se restableció el caudal natural de estos cuerpos de
agua, se mejoró su navegabilidad, se reactivaron sus servicios ecosistémicos,
se potencializó la disponibilidad de alimentos y se controlaron posibles
inundaciones.
A la vez, se concentraron esfuerzos
para la restauración de ecosistemas de humedal afectados por el fenómeno de La Niña, restaurando más de
890 hectáreas de estos ecosistemas, aportando a la reducción de la vulnerabilidad de las comunidades
ante los efectos del cambio climático. Dentro de los grandes logros alcanzados,
se encuentra el rescate de 125 especies nativas reincorporadas a la región y la
producción de más de 360 mil plántulas en 47 viveros, para que la comunidad
cuente con material vegetal para los procesos de restauración de ecosistemas
implementados, madera para uso doméstico, especies de árboles frutales para
fortalecer la seguridad alimentaria, entre otros.
De igual manera, se ha implementados
medidas de adaptación en los cultivos de la comunidad, estableciendo más de
1.900 huertas familiares, que les permitirán a los habitantes tener
disponibilidad de diversos alimentos en temporada seca, especialmente cuando
escasea el pescado, elemento esencial en su alimentación. Estas huertas están conformadas por
productos como el frijol, legumbres, plátano, entre otros, y cuentan con un
diseño elevado desde su base que permite proteger los cultivos en caso de inundación. Adicionalmente, se establecieron
más de 2.200 hectáreas de cultivos orgánicos comunitarios, libres de aditivos
agroquímicos y más de 2.700 hectáreas de cultivos de arroz, con 3 molinos para
el proceso de trilla y molienda. Con esto, se benefician más de 1.200 familias
y evita que se desplacen grandes distancias para alquilar los servicios de molienda.
Como punto especial en esta gran labor, también se resalta el trabajo
con más de 130 mujeres de la región, dedicadas a las artesanías, con el fin de
fortalecer su actividad en torno a la protección y transformación de este
menester en una actividad sostenible.
Por esa razón, se realizaron capacitaciones para que no solo
recolectaran las materias primas, sino ellas mismas las transformaran. Producto
de este esfuerzo, las mujeres
empezaron a trabajar sus artesanías
con especies como el Buchón (Eichhornia crassipes),
una especie que nace en el agua e impide el proceso de fotosíntesis y que, por
su espesura, no permite la generación de oxígeno, afectando al ecosistema y
contribuyendo además a la sedimentación de los caños de la región.
Uno de los puntos más importantes en la
ejecución de este proyecto, fue establecer acciones para neutralizar los
procesos de deforestación presentes en la región, por lo cual, se diseñó una
estrategia que le posibilitará a los habitantes continuar con sus actividades ganaderas, sin afectar los
recursos naturales. Esto se logró, con el establecimiento de más de 270
hectáreas de sistemas agrosilvopastoriles (cercas vivas, rotación de potreros,
sistemas de forraje y pastoreo de animales), que significa que los productores
combinan en un solo sistema cultivos agrícolas, pastoreo de ganado y especies forestales. De esta manera, se
controlan las acciones de ganadería extensiva y deforestación en los
ecosistemas, y permiten fortalecer los procesos de adaptación de sus
actividades económicas de manera sostenible.
También se adaptaron las
viviendas. En el caso de Ayapel, San Marcos y San Benito Abad, se
tuvo en cuenta los niveles de la inundación, y se construyeron 2 pilotos de
centro comunitario y vivienda elevadas del suelo, para que no se vieran
afectadas en caso de inundación. También se realizaron modificaciones en 14
instituciones educativas y más de 500 viviendas, con el fin de adaptar sus
techos para recolectar el agua lluvia en tanques elevados.
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