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El tarot de la biodiversidad colombiana

El pintor colombiano Pedro Ruiz y la tarotista María Elvira Molano se unieron con el Instituto Humboldt para crear una baraja inspirada en la biodiversidad del país. El proyecto aspira a financiar becas para la conservación de especies nativas.



Desde hacía mucho tiempo venía con la idea de hacer un tarot que conservara el conocimiento sagrado que tiene este oráculo, pero que a la vez tuviera el sabor de lo nuestro.

Un día, oyendo a unos viejos sabedores amazónicos que sentados en sus bancos hablaban sobre su cultura y sus saberes, vi en el público a Pedro Ruiz. Tuve una corazonada y sentí que era él, él era el único que podía crear esta baraja. Me acerqué y sin más ni más se lo propuse. Él, asombrado, me dijo: “Pero si yo no sé nada del tarot...”. Sin embargo, la idea le quedó sonando.

Entre conversa y conversa, fuimos a proponerle nuestro proyecto a Brigitte Baptiste, la directora del Instituto Von Humboldt. Ella, libre y maravillosa, con una gran sonrisa nos dijo: “¡De una, los apoyo!”. Pero ¿cómo justificar un tarot ante la comunidad científica? Esa pregunta quedó rondando en el aire.

Luego Pedro me invitó a su taller y allí, rodeada de toda su magia, le dije: “Pedro, saque una carta”. Sacó la numero 13. La Muerte: la transformación, la evolución, la esperanza, el renacimiento, la renovación, la creación, nuevas ideas, cambios importantes y paso de un ciclo a otro. Así comenzó nuestro viaje, nuestra búsqueda interior y exterior para combinar los conocimientos y los sentires que cada uno de nosotros traía.

Les fui mostrando cada una de las cartas para traer sobre la mesa los elementos tradicionales y la esencia del antiguo tarot de Marsella. Brigitte, con su conocimiento sobre la biodiversidad de Colombia, nos fue mostrando las características y el sabor de cada animal, de cada planta, para crear cada una de las 78 cartas del tarot.

El tarot es un libro muy antiguo, un oráculo lleno de conocimiento y de sabiduría, con elementos de la cábala, de la numerología, de la astrología. Es un libro de símbolos, introducido en Europa en la Edad Media. Unos dicen que vino de Egipto, otros de la India, de Alejandría y hasta de la Atlántida.

El Tarot ha permitido a través de los siglos transmitir un conocimiento profundo del ser humano, permitiéndole hacer un viaje de búsqueda al interior de sí mismo.

En el siglo XVII, en Europa, se unificaron las dos partes de la baraja: la egipcia, la más antigua, traía los arcanos mayores, y la europea, la de la baraja española, puso los arcanos menores, dando así origen a la baraja de 78 cartas que actualmente conocemos.

El tarot de Marsella, que es la baraja más clásica y antigua, parte de la carta del Loco, que representa un caminante que va acumulando su experiencia por las diferentes etapas del ser humano, hasta llegar al Mundo, que es la unión total con la naturaleza y el fin de un ciclo.

Así van desfilando uno a uno. El arcano mayor el Loco está representado por el mico ardilla, madrugador, activo, ruidoso y alegre, que salta de rama en rama sin miedo al vacío.

Lo sigue el Mago, representado por el oso de anteojos, que tiene en su mano derecha una uchuva, donde, al igual que en una bola de cristal, se reflejan los secretos del destino, y en su mano izquierda lleva una varita de chusque que dirige hacia arriba para conectar la tierra con el cielo y atraer el agua que nace de los páramos. La Sacerdotisa, mujer misteriosa y llena de poder, se convirtió en un águila arpía, dueña de la alturas.

Cada elemento fue pensado y tiene un significado profundo: la corona de escarabajos el la cabeza del maíz fértil, la Emperatriz representa la mente rápida, la iluminación que llega al igual que el vuelo ligero de estos insectos. Las ranas que acompañan al Emperador, una planta de tabaco, son símbolo universal de la transformación y con su canto llaman el agua, así como el tabaco llama a la limpieza del alma y del espíritu.

El Sumo Sacerdote, guía y maestro, representado en la planta de la coca que trae en su mambear la palabra y la claridad del pensamiento. La carta de los Amantes habla de amor y de desamor, de la unión y la desunión. Esta carta está representada por el loro orejiamarillo, como símbolo de afecto, lealtad y compañerismo. Lo sigue la Carroza, que habla de movimiento, de superación de dificultades, de correr riesgos y de desafiar el peligro y que está representada por un pescador que remonta las aguas en su canoa, impulsada de un lado por el bagre rayado y del otro por el bagre guacamayo, peces migratorios que viajan por los ríos remontando los raudales en las épocas reproductivas.

Siguen en su orden el arcano de la Justicia, representado en el árbol de la abundancia; el Ermitaño, en la planta sagrada del yagé; la Rueda de la Fortuna, en el proceso de transformación de la yuca brava de venenosa a alimenticia; la Fuerza por el jaguar, temido y venerado, dios de los hombres y corazón de la selva. Luego siguen la carta del Colgado, representado por la chucha que, según Brigitte, “es un dechado de virtudes”; la Muerte, con el vuelo de la mariposa morpho de azul plateado; el Diablo, por la enigmática planta del borrachero, llamada popularmente “hierba del diablo”; la Torre, iluminada por el rayo que con el fulgor estrepitoso de su descarga eléctrica le da un latigazo de fuego, y La Estrella, representada por la bella flor de Inírida, con una mujer que baña a su hijo en las aguas de un río. La carta de la Luna es una mujer morena que tiene en sus brazos un zorro perruno y a sus pies dos cangrejos azules, mientras que el Sol alumbra a un hombre que en su canoa pesca un par de colibrís topacio de fuego. El Juicio representado por el cóndor, señor de los Andes y dios de la alturas.

Así continúa su camino por los arcanos mayores hasta llegar al arcano 22, el Mundo, representado por la anaconda, origen de la gente para muchos pueblo indígenas de la cuenca amazónica.

No podía faltar la segunda parte de la baraja, la de los arcanos menores, con su palo de bastos, representado en los bastones rituales; las copas, por las totumas o calabazos; las espadas, por el machete, y los oros, por manotadas de granitos de maíz.

De esta sorprendente combinación de conocimientos, de sentires y de creatividad, y de más de un año de trabajo, nació el tarot de la biodiversidad que hoy tenemos el orgullo de publicar.

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