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No solo los genes definen patrones de coloración en las mariposas

Formas y tamaños no son combinaciones al azar

Imagen: Universidad del Rosario
Durante muchos años la comunidad científica que estudia la evolución de los patrones de coloración en las mariposas creyó que la variación de los colores de las alas era determinada por los genes. Sin embargo, hoy está comprobado que no es así. No son los genes los que mandan, ellos reciben órdenes de las regiones que los rodean y son estas las que tienen el control en la producción de patrones con distintos colores.

Así lo demostró un estudio multidisciplinario e interinstitucional en el que participaron Mauricio Linares Porto, Carlos Arias y Camilo Salazar Clavijo, investigadores del Grupo de Genética Evolutiva, Filogeografía y Ecología de Biodiversidad Neotropical de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad del Rosario.

Los colores juegan un papel crucial en la subsistencia de las mariposas. Según el investigador Mauricio Linares, “ellas utilizan su coloración para adaptarse al medio ambiente en el que viven, camuflarse en el hábitat, avisarle a sus enemigos o depredadores que son tóxicas y hasta para encontrar pareja”.

Esta coloración en las alas no implica que las mariposas sean de la misma especie. “Nosotros las podemos ver iguales, con los mismos colores, pero ellas internamente pueden ser de distintas especies y razas, simplemente se visten iguales, es como si todos nosotros nos pusiéramos la misma camiseta, pero somos diferentes”, explica Camilo Salazar.

Formas y tamaños no son combinaciones al azar

Lo que concentró la atención de los investigadores en esta ocasión, fue la variación en las formas con colores. ¿A qué se debe que ciertas regiones en las alas se tiñan de un determinado color y cómo se controla esa variación? La primera conclusión es que las formas donde se deposita un determinado color no son fortuitas, vienen dadas por módulos que regulan a un determinado gen, diciéndole dónde expresar una banda de color y su forma. En el estudio se encontraron más de cuatro de estos módulos modificando la expresión del gen que produce bandas blancas/amarillas en el ala anterior, tres involucrados en regular el gen que produce formas de color rojo y dos que modifican las formas de coloración amarilla en el ala posterior. Esta modularidad es como un rompecabezas en el cual al ensamblar las mismas fichas de manera diferente se obtienen distintos motivos gráficos. A partir de dicha combinación de fichas, los investigadores lograron explicar la existencia de al menos 15 variantes geográficas de la especie Heliconius erato.

“Este es un gran aporte para la ciencia porque logramos comprobar con evidencia científica que la variación y combinación de colores es definida por las regiones regulatorias que regulan o modifican unos pocos genes. Es como si estos elementos regulatorios fueran los gerentes, los que dan las órdenes, y los genes que al final ponen el color fueran los obreros, los que reciben la instrucción, pero no son ellos los que definen forma, color o combinación de franjas en las alas”, asegura el profesor Salazar.

Este hallazgo proporciona evidencia a la teoría de que la evolución también se da por cambios en regiones que no tienen genes. Los estudios anteriores indicaban que un grupo de genes eran los responsables de determinar los patrones del color en el ala de la mariposa. Sin embargo, la nueva investigación, realizada con procedimientos de evidencia experimental que antes no estaban disponibles permiten concluir que “la variación del patrón clave no está propiamente dentro de los genes, sino en regiones cercanas no codificantes que controlan la expresión de dichos genes durante el desarrollo del ala”, sostiene Linares.

Los resultados de esta investigación fueron publicados en la revista Nature Ecology & Evolution en enero de 2017, la cual describe todo el procedimiento científico realizado y destaca las 15 razas de la especie Heliconius erato analizadas por los investigadores, de las cuales en total se analizaron 516 individuos con técnicas de secuenciación de nueva generación.

Durante cinco años, el equipo de investigación se dedicó a ensamblar el genoma y posteriormente invirtieron dos años más para realizar el análisis de las razas. Este estudio hace parte del consorcio “Heliconius”, integrado por investigadores de diversas instituciones del mundo.

Es importante destacar que estudios como estos se beneficiarían de realizar experimentos donde se pueda hacer seguimiento a la genética de los patrones de coloración, mediante cruces controlados. 

Actividad que se pretende desarrollar en la nueva estación experimental “José Celestino Mutis” de la Universidad del Rosario.

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