Aves colombianas traficadas ya tienen su huella genética
Investigadores del Instituto
Humboldt generaron códigos de barras genéticos para identificar casi la mitad
de las especies de aves traficadas de forma ilegal en Colombia, algunas de las
cuales parecen representar especímenes aún no descritos.
- El código
de barras de ADN se basa en el uso de una región del genoma que sirve como
etiqueta para la identificación rápida de especies.
- La
información genética es una herramienta clave en el conocimiento, manejo y
conservación de la biodiversidad. No obstante, en Colombia aún falta estudiar
este nivel de variabilidad biológica.
Después del
tráfico de drogas, armas y personas, el de flora y fauna silvestre es el cuarto
negocio ilegal más lucrativo del mundo. Este delito amenaza la conservación de
la biodiversidad global y contrarrestarlo exige que las autoridades ambientales
actúen con rapidez y eficacia. Esta tarea resulta, en algunos casos, una
utopía, especialmente cuando la posibilidad de identificar las especies
decomisadas es a través de sus rasgos físicos.
Los
traficantes aprovechan esta coyuntura para comerciar, incluso, solo fragmentos
de pieles, cuernos, caparazones, huevos, organismos juveniles que no se
diferencian entre especies e individuos adultos a los cuales alteran o remueven
rasgos físicos que sirven para identificarlos. En tal caso, la alternativa
restante es el uso de la información genética de los especímenes incautados.
Sobre este
asunto, Henry Arenas Castro, investigador del Laboratorio de Genética de la
Conservación del Instituto Humboldt, menciona: “hoy en día, aunque cuentes con
las muestras de especies traficadas, no es posible identificarlas en todos los
casos; por ejemplo, si incautas un huevo o un pichón es difícil identificarlos
porque aún no exhiben los rasgos propios de la especie o porque les pintan las
plumas u otras partes del cuerpo para hacerlos pasar por una especie que no son;
incluso, algunos traficantes con experiencia en el tema remueven plumas o
parches de los individuos, rasgos claves para saber a qué especie pertenecen”.
Y es en
este aspecto que el Laboratorio de Genética de la Conservación del Instituto
Humboldt trabaja para identificar especies silvestres víctimas de tráfico
ilegal en Colombia. A partir de 281 muestras de tejidos provenientes de todo el
país, los investigadores del Humboldt generaron secuencias del código de barras
genético de 152 especies de aves de Colombia, especialmente endémicas,
protegidas legalmente, incluidas en los apéndices de la Convención sobre el
Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres
(CITES) y en riesgo por tráfico ilegal. Algunas de estas especies son loros,
colibríes y aves de caza, 47 de las cuales carecían de esta información.
Por primera
vez se obtuvieron los registros de códigos de barras de ADN para 38 colibríes,
cuatro loros, tres halcones y dos especies de búhos, principalmente endémicos
de los Andes del Norte, lo que corresponde al 46 % de las especies de aves
registradas en la lista colombiana CITES, según información publicada en la
reciente edición de la revista Molecular Ecology Resources.
A partir de
este insumo, individuos de cualquier especie catalogada genéticamente pueden
ser identificados a partir de gotas de sangre, plumas, huevos o muestras de
músculo y huesos. Esta información es una herramienta valiosa no solo para
autoridades ambientales y judiciales, sino también para la comunidad académica
pues once de estos especímenes mostraron señales genéticas que indican que su
diversidad es mayor a la esperada.
Hurgando la biblioteca de la vida
El código
de barras genético es un método estandarizado de identificación de especímenes
a través del análisis de fragmentos cortos de ADN de una región esencial en
todos los animales que es lo suficientemente variable para diferenciar entre
especies. Dicha información se deposita en la base de datos pública del
programa internacional “Código de Barras de la Vida” (BOLD) acompañada de datos
geográficos y fotografías de tal forma que, a partir de una muestra de tejido
(p. ej. semilla, pluma), pueda identificarse una especie.
Un problema
persistente para la aplicación de los códigos de barras de ADN es disponer de
una base de datos de referencia completa. Por ejemplo, no es posible
identificar y procesar un delincuente solo con sus huellas digitales ni por su
material genético si la persona no está registrada en un banco de datos. Así
mismo, a pesar de tener muestras genéticas de un ave traficada, no podría
identificarse el grupo al cual pertenece si no existe un registro público con
información genética de las diferentes especies de aves.
Acerca del
proceso, Henry Arenas explica: “al tomar una muestra de hueso, sangre, plumas o
incluso de un huevo puede extraerse el ADN y amplificarlo, para examinar una
región en particular que ya está caracterizada, al comparar su secuencia con la
base de datos se puede establecer de cuál especie proviene la muestra. El éxito
depende de una muy buena base de datos construida previamente, en este caso de
aves, con la cual comparar individuos que normalmente son objeto de tráfico
ilegal; esta fue la razón que motivó la iniciativa del Humboldt”.
Además de
utilizarse en el reconocimiento de especímenes que son objeto de tráfico
ilegal, esta identificación es de importancia en los sectores de la salud,
económico, agropecuario y ambiental para tomar medidas en casos de epidemias,
plagas e invasiones biológicas. De igual forma, dicha caracterización permite
descubrir especies desconocidas, aparentemente muy parecidas a las conocidas
pero que a nivel genético resultan ser linajes distintos.
Dada la
relevancia y beneficios que trae consigo el uso del código de barras de ADN
para catalogar especies y nutrir la base de datos de las mismas, son
indispensables decisiones políticas que aceleren los procesos y faciliten a las
autoridades ambientales su trabajo de reconocimiento de especímenes traficados
in situ pues el tiempo de espera es considerable mientras una muestra va a un
laboratorio regional o local, en el mejor de los casos, o por el contrario
hasta Bogotá, ciudad que concentra la mayoría de sitios especializados en la
materia.
“Una forma
más rápida y práctica sería la implementación de laboratorios móviles en sitios
ya identificados como rutas de tráfico, pues las pruebas se realizarían de
inmediato en campo. Así se ahorra tiempo mientras se espera que la muestra
viaje para ser analizada, comparada y los resultados regresan. Sería ideal
lograrlo, pero esto requiere una inversión estatal”, señala Arenas.
Colombia está “mal parada”
Según los
datos registrados en el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia
(SiB), en nuestro país los grupos mejor representados tienen secuencias
genéticas de apenas un 5 % de sus especies, lo que acentúa la necesidad de
aumentar tales estudios en el país, más si se considera que la variabilidad del
ADN en las poblaciones está relacionada con el potencial de adaptación que las
mismas tienen frente a cambios en su ambiente; de tal manera que datos de esta
naturaleza permiten calcular el flujo genético entre poblaciones, aislamiento o
conectividad y, por ende, vulnerabilidad a la extinción.
También es
posible, en una escala de organización biológica más amplia, medir la
diversidad en la historia evolutiva del conjunto de especies que hacen parte de
la comunidad. Análisis a este nivel deben ser considerados en la priorización
de áreas para la conservación ya que demuestran el potencial de respuesta al
cambio de comunidades en un área determinada.
No
obstante, en Colombia, la iniciativa de códigos de barras de ADN está
restringida principalmente por la dificultad de obtener financiación que apoye
este tipo de iniciativas. Para mejorar la situación, el Instituto Humboldt
coordina la Red Internacional de Código de Barras en Colombia (iBOL Colombia),
la cual promueve la caracterización genética de la biodiversidad del país.
Con lo
anterior, el código de barras de ADN toma protagonismo en el contexto colombiano
como herramienta crítica en el control del tráfico ilegal de aves y otras
especies a través de las fronteras, ya que es efectivo para identificar
muestras de organismos que carecen de características evidentes que faciliten
su reconocimiento.
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