Colombia, laboratorio del mundo para entender la vida
Once
de la mañana, día de neblina, el viento zumba suavemente a través de los
frailejones que acompañan el ascenso hasta los casi 4 mil metros sobre el nivel
del mar. Llega un grupo del Servicio Geológico Colombiano (SGC) y el
investigador Carlos Arturo Granada Torres a una de las 14 fuentes termales que
hay en el Parque Nacional Natural Los Nevados, Aguas Calientes.
Bufandas, chalecos y chaquetas acompañan la temperatura cercana a los 5 grados centígrados, pero Granada Torres utiliza unos guantes que lo deberán proteger del agua hirviendo, frío por fuera y muy caliente por dentro.
Se acerca al agua termal azufrada, brota vapor el cual golpea su rostro y choca contra las piedras, de éstas toma una muestra, se ve un polvillo entre blanco y verde y lo deposita en un tubo de ensayo que deberá mantener vivos unos pequeños seres hasta su laboratorio en la Universidad de Manizales. Son conocidos como organismos extremófilos y tienen en su interior la respuesta de cómo puede la vida sobrevivir a ambientes de altas temperaturas, ácidos, alcalinos, con poco oxígeno o sin luz solar, en donde el ser humano moriría rápidamente
Colombia, gracias a Granada Torres, al Instituto de Astrobiología de Colombia (IAC), la Universidad de Manizales y muchos otros investigadores, lidera en América Latina el estudio de organismos extremófilos, el cual hace parte de la astrobiología, disciplina que tiene como meta entender cómo empezó la vida en el planeta, la forma en la que se distribuyó (en reinos, especies, etc) al pasar los años y finalmente entender cuál podría ser el futuro de la misma en la Tierra y en otros lugares del universo, explicó Daniel Bacheldor, Ph.D en astrofísica y Director del Departamento de Ciencias y Física del Instituto Tecnológico de Florida (FIT por sus siglas en inglés)
Se acerca al agua termal azufrada, brota vapor el cual golpea su rostro y choca contra las piedras, de éstas toma una muestra, se ve un polvillo entre blanco y verde y lo deposita en un tubo de ensayo que deberá mantener vivos unos pequeños seres hasta su laboratorio en la Universidad de Manizales. Son conocidos como organismos extremófilos y tienen en su interior la respuesta de cómo puede la vida sobrevivir a ambientes de altas temperaturas, ácidos, alcalinos, con poco oxígeno o sin luz solar, en donde el ser humano moriría rápidamente
Colombia, gracias a Granada Torres, al Instituto de Astrobiología de Colombia (IAC), la Universidad de Manizales y muchos otros investigadores, lidera en América Latina el estudio de organismos extremófilos, el cual hace parte de la astrobiología, disciplina que tiene como meta entender cómo empezó la vida en el planeta, la forma en la que se distribuyó (en reinos, especies, etc) al pasar los años y finalmente entender cuál podría ser el futuro de la misma en la Tierra y en otros lugares del universo, explicó Daniel Bacheldor, Ph.D en astrofísica y Director del Departamento de Ciencias y Física del Instituto Tecnológico de Florida (FIT por sus siglas en inglés)
Al lente
del microscopio otros mundos aparecen. Microorganismos que viven en los poros
de las rocas en el frío Ártico, soportan temperaturas de casi 65 grados
centígrados bajo cero, vientos de más de 160 kilómetros por hora, hacen su
metabolismo sólo cada seis meses durante el verano para luego “esconderse” en
las piedras hasta la próxima estación; o pequeños seres que viven sin problema
en aguas termales, en medios azufrados y con alta radiación solar, otros
sobreviven en el fondo de los océanos, sitios como las Fosas Marianas en donde
las presiones son altísimas, unas mil veces más que las de la superficie
terrestre; en entornos en los que no hay oxígeno o realizan sus metabolismos
con sustancias venenosas para el ser humano como sulfuros, con ese tipo de
seres compartimos el planeta y seguramente seguirán acá si en un punto dado
nuestra especie llega a extinguirse.
“La gran
respuesta que he encontrado es que la vida se adapta y se sigue adaptando bajo
las condiciones más increíbles, he hallado formas de vida que nadie hubiera
imaginado que pudieran existir”, dice Armando Azua-Bustos, investigador del
Blue Marble Space Institute of Science en Seattle, Estados Unidos. Lleva varias
décadas estudiando los microorganismos xerófilos, es decir, que viven sin agua
o muy poca en el desierto de Atacama en Chile (el más seco del mundo), así que
Azua-Bustos se pregunta continuamente por la relación entre el agua y la vida;
esto sin contar con las posibilidades biotecnológicas de este tipo de
organismos; si se logra aislar la proteína, enzima o gen que les da esta
capacidad, imagine tener un cultivo de piña, mazorca o maíz que no deba regarlo
cada diez días sino una vez al mes.
Por su
parte Carlos Arturo Granada Torres, Ph.D(c) de la Universidad de Almería,
docente e investigador de la Universidad de Manizales, estudia en el Parque
Nacional Natural Los Nevados una microalga que no solo sobrevive a las altas
temperaturas de las aguas termales asociadas a la actividad volcánica sino que
se encuentra dentro de las rocas, allí hace fotosíntesis y puede fermentar más
de 50 tipos de azúcares, algo así como el Rolls Royce de los extremófilos en
esta parte del mundo, que según sus pesquisas puede tener aplicaciones
ambientales, agroindustriales y farmacéuticas.
Las posibilidades
de estos seres son increíbles, por ejemplo, la Polimerasa Taq, una enzima
encontrada en la bacteria Thermus acuaticus, es fundamental
para muchos procesos de diagnóstico de enfermedades infecciosas, genéticas e
incluso de algunos tipos de cáncer. Y hoy por hoy se están investigando enzimas
aún más versátiles que pueden hacer mucho más rápido, confiable y seguro este
tipo de análisis, ambas se encontraron en aguas termales como las que hay en el
país.
Colombia extrema
Siempre se
ha hablado de la gran biodiversidad de este país pero con la astrobiología,
Colombia llega a otro nivel. “Penny Boston, la directora del Instituto de
Astrobiología de la Nasa dijo que Colombia es el único país de América Latina
que va en punta de lanza en esta temática, se nota la fortaleza investigativa”,
explicó Jorge Enrique Bueno Prieto, director del IAC. Además afirmó que
actualmente adelantan un catálogo de ambientes extremos de todo el país de
manera independiente, “nos falta apoyo y recursos”.
Aparte del
Nevado del Ruíz, está el desierto de La Tatacoa, la Sierra Nevada de Santa
Marta, el Nevado del Cocuy, la cueva de los Guácharos (Antioquia), Caño
Cristales, las minas de sal de La Guajira, entre muchos otros. En cada uno de estos
sitios hay una especie de legión de seres extraordinarios esperando para que
los investigadores los encuentren y estudien. Estas zonas son apetecidas por
científicos de todo el mundo, no solo por los microorganismos extremófilos que
allí viven sino por contar con condiciones parecidas a las de Marte, buscan
convertirlas en análogos marcianos.
“En América
Latina y en Colombia puntualmente hay ambientes parecidos a las superficies de
Marte, entonces si queremos practicar vivir allá, estos son muy buenos
lugares”, dice Bacheldor.
El aporte de Colombia a la astrobiología sirve para comprender cuáles son las propiedades químicas que debe tener la vida y si en otros lugares del universo se encuentran. “Dentro de ese contexto hay que entender cuáles son las condiciones necesarias. Por ejemplo uno pensaría que en un sitio en donde no hay agua líquida y el PH es 0 no puede haber vida, pero si miras en tu estómago, en donde están esas condiciones, allí hay bacterias que sobreviven sin problema. Tenemos que entender esa adaptabilidad, y comprender en dónde se puede dar”, dijo Juan Pérez Mercader, Ph.D en física teórica y profesor de la Universidad de Harvard.
El aporte de Colombia a la astrobiología sirve para comprender cuáles son las propiedades químicas que debe tener la vida y si en otros lugares del universo se encuentran. “Dentro de ese contexto hay que entender cuáles son las condiciones necesarias. Por ejemplo uno pensaría que en un sitio en donde no hay agua líquida y el PH es 0 no puede haber vida, pero si miras en tu estómago, en donde están esas condiciones, allí hay bacterias que sobreviven sin problema. Tenemos que entender esa adaptabilidad, y comprender en dónde se puede dar”, dijo Juan Pérez Mercader, Ph.D en física teórica y profesor de la Universidad de Harvard.
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