Expedición BIO – Eje Cafetero
En el Eje Cafetero somos privilegiados por contar con un gran número de las plantas representativas de la riqueza biológica colombiana. Cultivos como el café, la caña de azúcar, el arroz o el maíz tienen un papel constante en las familias de nuestro país. El aguacate, las flores, muchas plantas arbóreas y árboles de esta rica región como el guayacán, el yarumo, las orquídeas, la palma de cera o el guamo cuentan con una gran oportunidad para ser trascendentales para la economía nacional.
Esto sin contar con las posibilidades naturales que entrega un ecosistema muy especial y exclusivo como el páramo. Es hora de entender y aprovechar este recurso de forma sostenible y sustentable.
Es entonces esta región del país donde podemos iniciar la expedición botánica moderna, la Expedición BIO – Eje Cafetero, dado a que contamos con esta gran riqueza de flora y centros de investigación de excelencia como Cenicafé y el Centro de Bioinformática y Biología Computacional (Bios), tres universidades públicas que están entre las mejores del país y numerosas universidades privadas con vocación científica de alta calidad.
Existe, como nunca, una red de científicos ávidos por colaborar para el desarrollo de esta nueva expedición en todas estas instituciones. Caldas en particular tiene un gran compromiso en este proyecto dado que su nombre es en honor a Francisco José de Caldas, el sabio Caldas, un investigador renombrado de la época colonial.
La Expedición BIO – Eje Cafetero busca inicialmente obtener el código de barras genético de las especies endémicas, es decir, que están solo en esta zona del mundo y de los bancos de germoplasma y de tejidos que posee Colombia en herbarios, jardines botánicos y colecciones de centros de investigación y universidades. Este conocimiento nos permitirá defender y apropiarnos de las plantas que poseemos, un acto de soberanía nacional frente a la amenaza de la biopiratería.
Es indispensable conocer los genes asociados con la resiliencia que tienen las plantas de nuestros ecosistemas al cambio climático, lo cual nos permitirá establecer programas de protección para las especies amenazadas por estas modificaciones medio ambientales.
El conocimiento tradicional basa muchos de sus procesos curativos en plantas, si obtenemos su información genética podremos apropiarnos de esos saberes ancestrales y así inyectarles algo de modernidad. Finalmente, y tal vez de mayor importancia, es el estudio de aquellos genes de las plantas que podemos explotar para usos industriales (fármacos, cosméticos y otros) o para desarrollar variedades mejoradas de nuestros principales cultivos agrícolas.
Este programa nacional puede cambiar la forma en que miramos y aprovechamos nuestra biodiversidad, nuestro campo; para lograrlo el Gobierno Nacional, local, la academia y el sector privado deben trabajar conjuntamente y de esta manera entregarle al país una revolución científico – técnica que nos brinde nuevas oportunidades para ser soberanos y competitivos al mismo tiempo.