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El arroz “milagroso” que atajó parte del hambre en Asia

Archivo EFE

Hace medio siglo se lanzó en Filipinas una variedad de arroz de pequeño tamaño y alto rendimiento que ayudó a sacar a millones de personas del hambre y la pobreza en Asia dentro de la conocida como “Revolución Verde”.


En la sede del Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI), el científico Peter Jennings, que lideró el equipo que desarrolló lo que se denominó IR8, lo recuerda como un “tsunami”.

“Se llevó por delante 400 años de variedades reemplazando un tipo de arroz por otro. No conozco nada parecido en la producción de cultivos”, dijo este martes con ocasión del 50º aniversario de su presentación.

A su juicio, antes nadie había entendido que con un “simple control genético” se podía lograr el tamaño corto de una variedad.

Fue algo casi fortuito. Jennings iba caminando por una finca de plantas derivadas de cruzamientos que habían realizado entre variedades de arroz de Taiwán, China e Indonesia cuando observó que tras la relación de plantas altas y bajas había un único gen que determinaba la estatura baja.

El equipo de IRRI siguió seleccionando las variedades más prometedoras, entre ellas una designada como IR8, y las probaron en varios países.

Esa en concreto fue la que mejores resultados dio y su potencial de rendimiento quedó demostrado en 1966 cuando dio una media de 9,4 toneladas de arroz por hectárea, frente a la tonelada que se solía obtener en Filipinas.

El director del centro de investigación, Matthew Morell, explicó a Efe que al ser una variedad corta “la mayor parte de la energía para la fotosíntesis para producir azúcar iba al grano en vez de ir más a las hojas”.

Un aumento energético en el grano que también se notaba al aplicar fertilizantes en la planta pequeña, ya que el rendimiento era “mucho mayor” y el uso de esos químicos “más eficiente”, destacó.

Entonces se multiplicaron las semillas y se entregaron gratis kilos de IR8 entre los agricultores filipinos.

Dicha variedad, pronto bautizada como el “arroz del milagro” en la prensa local, se introdujo con distintos nombres en otros países como Vietnam, donde los agricultores la llamaron “Honda” porque permitió a uno de ellos comprarse una motocicleta de esa marca.

En la India entró en el mercado al mismo tiempo que se promovía la variedad “Jaya”, también de alto rendimiento, en una época en la que el continente asiático vivía amenazado por la hambruna.

Con la información disponible, los investigadores aprendieron a mejorar las variedades con más facilidad, según Morell, quien consideró que “la genética pasó a utilizarse en todo el mundo y se incorporó en los programas de mejoramiento de plantas, lo que ha dejado efectos que han durado en los últimos cincuenta años”.

El arroz IR8 representó una de las innovaciones tecnológicas con las que muchos agricultores asiáticos pudieron ganar en productividad y aumentar sus ingresos durante la denominada “Revolución Verde” de las décadas de 1960 y 1970, que en otras partes como África no tuvo apenas impacto.

Sin embargo, esa variedad no resistía determinadas pestes ni su aspecto blanquecino convencía del todo a los consumidores, que preferían otras.

Además de intentar retocar esos defectos, los científicos están centrados actualmente en todo lo relacionado con el estrés de las plantas, ya sea en forma de sequía, exceso de agua o salinidad, lo que combinan con la lucha contra las bacterias, los hongos y demás amenazas.

Para otro experto de IRRI, Abdelbagi Ismail, el banco de genes de arroz y los marcadores moleculares, que permiten por ejemplo rastrear segmentos del ADN de las plantas, está abriendo nuevas oportunidades en investigación.

Unos avances que, afirmó, pueden ayudar a los agricultores pobres sin muchas opciones de alimentarse y que dependen del arroz, grano básico para más de 3.500 millones de personas en todo el mundo. Redacción EFE.

FUENTE: MINUTO 30

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