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Hojas y savia de plantas de papa pronosticarían rendimiento del cultivo

A partir de muestras de estos dos componentes se establecieron modelos matemáticos y estadísticos que se pueden aplicar al manejo diario de los cultivos, con el fin de pronosticar las producciones que se obtendrán según el estado de nutrición del tejido.

Agencia de Noticias UN

Se trata de un trabajo adelantado por Manuel Iván Gómez Sánchez, doctor en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien, con el propósito de optimizar el uso de los fertilizantes para que estos sean más eficientes, determinó exactamente cuántos nutrientes minerales –como nitrógeno, fósforo y potasio– se pueden aplicar a un cultivo, y cómo se comportan y distribuyen estos en los diferentes órganos de la planta. 

Para conseguirlo, partió de una fase exploratoria, en la que indagó sobre la manera como se estaban manejando dichos nutrientes en los cultivos de papa. Determinó que la eficiencia de los fertilizantes era muy baja, debido a factores como que en estos procesos no se tenían en cuenta la tecnología implementada en el cultivo, la fuente de los nutrientes y los análisis diagnósticos de suelos y hojas, lo que llevaba a recomendaciones que no se ajustaban a datos reales sino empíricos. 

“Después se evaluaron las zonas de mayor interés comercial y económico donde se cultiva papa, por lo que se trabajó en jurisdicción de la Sabana de Bogotá, específicamente en los valles interandinos de las zonas de Chocontá y Subachoque”, explica el investigador Gómez, quien trabajó en ambientes contrastantes de evaluación (suelos de baja y alta fertilidad), dos ciclos de producción, dos cultivares (Diacol Capiro y Pastusa Suprema) y fertilización variable.

En esta fase de campo evaluó las respuestas de la planta a la fertilización; caracterizó la distribución de macronutrientes en sus órganos; determinó la acumulación de nitrógeno, fósforo y potasio en diferentes etapas del cultivo; y estableció la relación de la acumulación de los minerales con variables fisiológicas de crecimiento y uso eficiente de los nutrientes, con modelos matemáticos.

La información obtenida se contrastó con el potencial de producción. “Las zonas escogidas son las de mayor rendimiento en la región, con un promedio de 40 a 50 toneladas por hectárea. La idea era subir a unas 90 toneladas por hectárea con mejores procesos de fertilización, que fue lo que logramos con la investigación”, detalla el doctor Gómez. 

Esto se consiguió haciendo ajustes en el cultivo a partir de la información sobre el consumo de nutrientes por las dos variedades, como por ejemplo que Capiro es más eficiente en el uso de nitrógeno y potasio que Suprema, independientemente del tipo de suelo, aunque esta última presenta mejores respuestas en suelos de baja fertilidad a mayor altitud y menor temperatura ambiental con una fertilización balanceada.
“Desde el punto de vista de la fertilización se trabajó en un mayor fraccionamiento, unas dosis más ajustadas y oportunas, para determinar exactamente qué desarrollo presentaba el cultivo en cada una de las etapas, y también en una fertilización balanceada con todos los nutrientes minerales. El ajuste se hizo según lo que hacía falta en el suelo y en la planta”, comenta el investigador. 

Herramientas útiles para los productores
 
El doctor Gómez optó por trabajar con estas dos variedades porque son las de mayor importancia económica en el país, ya que representan el 80 % del área cultivada para consumo fresco y procesamiento industrial. 

El interés de la investigación era brindarles herramientas a los productores para que puedan pronosticar los rendimientos de su cultivo de papa a partir de cálculos sobre la acumulación de nutrientes en muestras de las hojas y de la savia del tallo de la planta. 

“Si los agricultores toman muestras foliares en una etapa temprana con los modelos que evaluamos podemos predecir si está en condiciones adecuadas o no de fertilización”, asegura el doctor Gómez, y detalla que la precisión del modelo se obtuvo gracias a que la evaluación de los datos se realizó en tres localidades para las dos variedades, en dos ciclos del año durante tres años, garantizando una serie a lo largo del tiempo. 

“Eso nos generó un modelo más ajustado y si el agricultor saca su análisis de tejido en la planta podemos predecir con el modelo si va a tener un alto, bajo o mediano rendimiento, con la opción de hacer ajustes tempranos en la fertilización para que pueda rendir más con mejor calidad”, afirma.

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