Para qué sirve secuenciar un genoma
La secuencia de genomas completos
de especies vegetales o animales permiten buscar particularidades desde vacas
sin cuernos hasta fresas con un aroma más apetecible
La adormidera es una de las
últimas plantas que han visto su genoma secuenciado CAROL WALKEREUROPA
PRESS
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La diferencia entre Cristiano
Ronaldo y un ser humano común es, desde el punto de vista genético, mínima.
Incluso entre un chimpancé y un humano, el genoma compartido es casi todo. Sin
embargo, pequeñas diferencias son las que dan lugar al abismo enorme entre
nosotros y los simios africanos, y aún menores las que nos separan de una
estrella del deporte, aunque la cuenta corriente diga otra cosa. Por ahora, que
se sepa, no se provocan cruces entre atletas de élite para lograr nuevos hitos
olímpicos, pero la reproducción entre especies mejoradas está en la base de
nuestra civilización. Desde hace menos de dos décadas, la posibilidad de
conocer el secuencia completo de especies con interés económico está acelerando
ese proceso de mejora.
A
mediados de agosto se publicó la secuencia completa del genoma del
trigo, un cereal que proporciona a los humanos una de cada cinco calorías que
consumen, y hace una semana se anunció la de la
adormidera, una planta esencial para producir fármacos contra los dolores
más insoportables. Con informaciones como la que obtienen estos proyectos,
científicos de todo el mundo tratan de desentrañar los secretos de los
mecanismos biológicos de plantas y animales para reforzar los rasgos que
resultan más interesantes o atenuar los indeseados. La tarea pocas veces es tan
simple como identificar un gen responsable de una característica para
potenciarla o apagarla.
Cuando se publicó la secuencia
del trigo, se habló de la posibilidad de mejorar su resistencia a la sequía o
incrementar la productividad de estas semillas, pero lograrlo no solo consiste
en encontrar dentro del genoma el interruptor que genera esas características.
“Si comparas estos rasgos con la inteligencia humana, en nuestro caso, hay
muchos genes clave que si se tocan nos pueden dar problemas.
Destruir la inteligencia es fácil, sin embargo, mejorarla es muy complicado, porque va a requerir que se modifiquen muchísimos genes a la vez”, explica Pere Puigdomenech, investigador del CSIC en el Centre for Research in Agricultural Genomics de Barcelona.
Por ese motivo, el conocimiento
de genomas completos de plantas tan útiles como el arroz o de animales como la
vaca, no ilumina un número determinado de teclas que pulsar. “Lo que obtenemos
son las probabilidades de que una mutación esté asociada a un determinado
carácter. Con la información del genoma tienes unos datos que procesas y con
eso obtienes un mapa estadístico que te dice qué animal puede ser mejor que
otro en lo que se refiere a unos rasgos, pero es una cuestión de
probabilidades”, asegura Miguel Pérez Enciso, profesor ICREA en la Universidad
Autónoma de Barcelona (UAB). “Hay una confusión en la opinión pública respecto
a lo que se modifica, que no son genes concretos sino sus frecuencias”,
remacha.
Para conseguir los rasgos
deseados a partir de la información que proporcionan los genomas completos, es
necesario un sistema que permita gestionar grandes cantidades de datos. “El
carácter más importante para los agricultores es el rendimiento y eso depende
de colecciones de genes y la resistencia a la sequía o el aroma también suelen
ser rasgos multigénicos”, apunta Puigdomenech.
El investigador del CSIC también
menciona una diferencia a la hora de obtener mejores rendimientos de unas
plantas o de otras. En su centro hay importantes esfuerzos para mejorar el
aroma de una especie con gran valor comercial como la fresa. “La fresa tiene un
genoma muy complejo y mejorarlo requiere tocar al mismo tiempo una colección de
genes de ese genoma complejo”, añade Puigdomenech.
“Hay especies en las que invertir dinero es muy rentable, como el maíz, porque gran parte del maíz que se cultiva es híbrido y los agricultores tienen que comprar la semilla cada vez. Y les compensa porque tienen una cosecha con garantías”, continúa. “Sin embargo, hay especies como el trigo en las que el agricultor se puede hacer la semilla él mismo, el genoma es muy complejo y todo eso hace que no haya tanta gente que invierta”, explica.
Hay
especies en las que invertir dinero es rentable, como el maíz, porque gran
parte del que se cultiva es híbrido y los agricultores tienen que comprar la
semilla cada vez.
Un animal que también resulta
interesante desde el punto de vista económico es la vaca frisona con la que se
busca un incremento de la eficiencia en la producción de leche. “Nosotros no
utilizamos la secuencia completa del genoma de la vaca en las evaluaciones
rutinarias, pero esas secuencias nos sirve se utilizan previamente para
encontrar las zonas donde hay mucha variabilidad entre unos animales y otros.
Después, una vez identificadas esas zonas, con métodos chips de genotipado
específicos y más baratos, podemos detectar dónde se pueden encontrar
diferencias de producción o buscar algunas mutaciones relacionadas con
enfermedades recesivas que nos indica que una vaca va a tener un 25% de
probabilidad de sufrir un aborto al tercer mes de gestación si se acopla con un
toro portador del mismo alelo, por ejemplo”, explica José Antonio Jiménez
Montero, jefe del departamento técnico de la Confederación de Asociaciones de
Frisona Española (CONAFE).
En el genoma también pueden
encontrar información con la que manipular otras variables del animal con
interés para la ganadería. Que a los animales les crezcan cuernos o no puede
hacer que tengan menos riesgo de herirse entre ellos, la morfología de la ubre
y que los pezones estén bien colocados también puede facilitar la extracción de
leche e incluso la forma de las patas, para que aguanten bien el peso, son
rasgos que se seleccionan con la información que ofrece la genómica. “En total,
ahora mismo evaluamos 27 caracteres distintos de forma estadística y damos información
sobre 18 mutaciones de interés a los ganaderos que piden la prueba genómica”,
señala Jiménez Montero. Con esa información, se seleccionarán los animales que
tengan la mejor combinación de genes para que sean quienes se reproduzcan.
Con la secuencia completa del
genoma del trigo, ya se tiene la información genética de los vegetales que
alimentan a la mayor parte del planeta y lo mismo sucede con los animales de
interés para los humanos. En las cantidades ingentes de información que
contienen hay descubrimientos para décadas.
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