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Ocho años después de ser descubierto, el mono Tití del Caquetá ya está en peligro de extinción por cuenta de la deforestación

En el área donde vive este primate solo queda el 16,7 % de la cobertura original de bosques.

El mico bonito del Caquetá fue declarado en peligro crítico de extinción por parte de la UICN poco después de su descubrimiento. Foto: Javier García, Fundación Herencia Natural.

El mono Tití del Caquetá es el más reciente primate descubierto en Colombia en 2010. Sin embargo, al poco tiempo de su aceptación como una nueva especie para la ciencia, se declaró en peligro crítico de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El principal problema: el exterminio sistemático de su hábitat natural por causa de la deforestación.

La historia de su descubrimiento inició antes de la década de los setenta cuando Martin Moynihan, un reconocido biólogo evolutivo conductual estadounidense, conocido en el mundo de la conservación por sus importantes aportes a la investigación de la comunicación en aves y primates, hizo observaciones de este pequeño mono y encontró que tenía algo diferente.

Las principales anotaciones que realizó las condensó en un libro que publicó en 1976 y tituló ‘The New World Primates’, en el que narra que las primeras observaciones tuvieron lugar en lo que en aquella época se conocía como la Intendencia de Valparaíso y que correspondía al sur del departamento del Caquetá. Sin embargo, se estima que dichas observaciones se dieron en realidad en el actual municipio de Solita.

La presencia de grupos armados ilegales y de cultivos ilícitos hacían imposible que equipos de investigadores accedieran a la zona para corroborar las apreciaciones que el profesor Moynihan había hecho décadas atrás.

A pesar de las difíciles y delicadas circunstancias de orden público en el Caquetá, había científicos interesados en estudiar la rica biodiversidad que alberga uno de los refugios del Pleistoceno —tesis científica que trata de explicar la distribución actual de parte de la biota del planeta—. El profesor Thomas Richard Defler, primatólogo estadounidense radicado en Colombia, y un joven biólogo colombiano nacido en el departamento de Caquetá, Javier García Villalba, insistieron en el estudio del piedemonte amazónico y las llanuras aluviales del Caquetá.

Esta fue una zona de conflicto armado muy fuerte entre los paramilitares (Autodefensas Unidas de Colombia, AUC) y la guerrilla (FARC). No cualquiera podía entrar a esta región, pero cuando mejoraron las condiciones de orden público, el profesor Defler le sugirió a Javier que fueran a buscar al mono para ver si tenía algo diferente”, afirma Juan Pablo Parra Herrera, primatólogo, candidato a doctor de la Universidad de la Amazonía y miembro de la ONG Amazon Conservation Team. Y agrega que “Javier descubrió que era un mico distinto. Cuando las condiciones del conflicto armado en Colombia cambiaron se pudo entrar a la zona y corroborar que efectivamente se trataba de una nueva especie para la ciencia”. A esta nueva especie la llamaron Plecturocebus caquetensis y comúnmente es conocido como tití del Caquetá o mico bonito.

El nombre que se le dio es muy importante porque hace parte de nuestra identidad. Los biólogos tenemos la posibilidad de inmortalizar un nombre y eso quise hacer cuando llamé a este mico Plecturocebus caquetensis. Yo amo mi región porque soy amazónico, no llegué a la región cuando ya era biólogo, yo también soy caquetensis como el mico bonito”, expresa emocionado Javier García Villalba, uno de los científicos que descubrió la especie.

Pero en medio de una noticia de esta magnitud también se asomaba una preocupación de igual tamaño. El mico bonito del Caquetá fue declarado en peligro crítico de extinción por parte de la UICN poco después de su descubrimiento, pues no solo es endémico de una pequeña parte del piedemonte amazónico, sino que habita en un departamento que en los últimos 10 años ha perdido más de 200 000 hectáreas de bosque, un área similar a la de un país como Luxemburgo, según datos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM).

El tití del Caquetá habita en un departamento que en los últimos 10 años ha perdido más de 200 000 hectáreas de bosque, un área similar a la de un país como Luxemburgo. Foto: Javier García, Fundación Herencia Natural.

Un pequeño hábitat muy amenazado

 “Uno de los principales motores de la deforestación es la ganadería”, asegura el biólogo Juan Pablo Parra, quien también afirma que “es muy sencillo deforestar. Si usted es ganadero ni siquiera pide permiso para tumbar el bosque y convertirlo en potrero. En esta zona los ganaderos tumban, queman y siembran el monocultivo de la Brachiaria (pastos de origen mediterráneo para el ganado)”.

Algunas veces esa madera que se tala se aprovecha pero no siempre es así. “Si la persona tiene hectáreas de bosque en su propiedad y quiere comercializar madera, va y pide un permiso en Corpoamazonía”, asegura Parra Herrera.

La autoridad ambiental en la región es la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonía (Corpoamazonia). Iván Darío Melo Cuéllar, subdirector de ordenación y manejo ambiental de la corporación, afirma que en el tema de los permisos de tala y aprovechamiento forestal “hemos encontrado que los procesos de transformación son muy rápidos. Hacemos la visita, se surte el trámite administrativo y en el momento en que vamos a otorgar el permiso, cuando hacemos la verificación, ya no hay bosque, ya lo han tumbado”.

El enorme problema es que el hábitat de este primate es tan restringido que se estima en apenas 4029 km2. Sin embargo, “cerca del 20 % de esta pequeña área de distribución del mico bonito tiene bosques en pie. Es decir, de esos 4029 km2, solo 893 son bosques… y la deforestación avanza”, asegura el biólogo Javier García Villalba.
En color naranja, señalado por la flecha, se puede ver la única zona donde habita el mono tití del Caquetá.

Es necesario poner esas cifras en contexto: los 4029 km2 que conforman el área de distribución del tití del Caquetá son un área similar a cuatro veces el área de Bogotá o dos veces el área de Lima. Por su parte, los 893 km2 que aún permanecen con bosque tienen un tamaño similar a la isla de Dominica en el Caribe. Esto pareciera un territorio extenso solo hasta que se compara con la totalidad de la Amazonía en Colombia que es de 483 119 km2. En otras palabras, el hogar del mico Tití del Caquetá representa tan solo un 0,83 % de la Amazonía en Colombia y solo un 0,07 % de la Amazonía del continente.

Lamentablemente los procesos de deforestación en el piedemonte amazónico generan una fragmentación del hábitat de este mono y de otras muchas especies. Los 893 km2 de bosques en pie no están conectados en una gran área, se trata de parches de bosque. “Dos de los municipios del área de distribución del monito son de vital importancia: Solano (Caquetá), ubicado en el extremo de la altillanura hacia el suroriente que cuenta con el 24 % de esta porción de bosque que aún se encuentra en pie y el municipio de Piamonte (Cauca) en el extremo suroccidental, con el 23 % de esos 893 km2”, afirma Javier García. El 53 % restante hace parte de un sinnúmero de parches bastante fragmentados.

Por su parte, Edersson Cabrera Montenegro, coordinador del programa de monitoreo de bosques del IDEAM, afirma que “del 100 % de área de distribución del mico bonito en 1990 solo quedaba el 35 % en bosques naturales. Más de la mitad del área ya estaba transformada, pero el sistema de monitoreo de bosques nos indicaba que al menos al sur y al oriente de esa zona todavía quedaban grandes parches de bosque”.

Pero otra historia se vivió en los años siguientes. Cabrera Montenegro asegura que “solo el 25 % de cobertura de bosques quedaban en pie para el año 2000, en el 2010 solo quedaba el 19 % del área y en 2016 nos encontramos con apenas 82 140 hectáreas de bosque natural que representan el 16,7 % de la cobertura original”.

Como si fuera poco, “esto se agrava al evidenciar que la fragmentación ha hecho que estas áreas no estén conectadas entre sí. Lo que tenemos es un paisaje roto con múltiples parches; los de mayor tamaño, que podrían albergar la especie de una forma más apropiada, están muy separados entre sí”, puntualiza el científico del IDEAM.


Para Iván Darío Melo Cuéllar, subdirector de Corpoamazonía, la esencia del problema “está en la articulación, tenemos que atacar los casos de fondo. Cuando se sabe que el 45 % de la deforestación está asociada al acaparamiento de tierras no se puede mirar hacia las corporaciones y pretender que la solución esté solo en ellas. La solución debe ser integral entre todos los actores, porque hay quienes están en Cali, Bogotá o Medellín auspiciando el acaparamiento de tierras para convertir esto en potreros y sembrar matas de coca. En realidad son mafias las que intentan apoderarse del territorio”.

Según dice, necesitan fiscales especializados que investiguen esas mafias criminales. “Necesitamos saber dónde están las personas que tienen la capacidad económica para mandar a deforestar 200 hectáreas de bosque. No podemos pretender que un profesional especializado armado con un  GPS y un cuaderno controle estas mafias ilegales; las acciones penales tienen que ser contundentes y tenemos que meter a la cárcel a estos grandes deforestadores”, comenta Melo Cuéllar y añade una frase contundente: “esto que acabo de decir es como ponerme una lápida sobre la cabeza, pero es lo que necesitamos que suceda”.

El funcionario afirma que la Corporación tiene una jurisdicción de 22,5 millones de hectáreas atendidas solo por 62 funcionarios. Muchos de ellos son conductores, secretarias y personal administrativo, “entonces no es que en la Corporación seamos ineficientes, es que contamos con recursos insuficientes”. Según dice, en el departamento del Putumayo (fronterizo con Ecuador y también con el área de distribución del Tití del Caquetá) solo cuenta con la directora territorial que cumple funciones técnico-administrativas, un profesional especializado y dos técnicos. En otras palabras, son cuatro personas ejerciendo control y vigilancia sobre un territorio de 24 885 km2, un área más grande que la de un país como El Salvador. “¿Qué gobernanza puede tener uno sobre un territorio de ese tamaño con una planta de personal como esta?”, se pregunta el funcionario.

Uno de los principales motores de la deforestación es la ganadería. 
Foto: Corpoamazonia.

¿Qué hacer?

Caquetá es el departamento con mayor índice de deforestación en Colombia con 26 544 hectáreas. El 60,2 % de la deforestación en Colombia corresponde a la región amazónica y al parecer la autoridad ambiental no da abasto con el control y vigilancia que debe ejercer en el territorio”, le dijo Omar Franco Torres, director del IDEAM, a Mongabay Latam.

Para Cabrera Montenegro, coordinador del programa de monitoreo de bosques del IDEAM, uno de los más grandes agravantes es que en el área de distribución del tití del Caquetá no hay ningún área del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. No hay Parque Nacional, ni Santuario de Flora y Fauna, ni Reserva Nacional, ni Área Nacional Única que salvaguarde la presencia de la especie. “Lo que sí hay son resguardos indígenas que protegen el área de bosque y por ende el hábitat del monito. Por ejemplo, está el Resguardo de Niñeras de la etnia Inga, declarado por la Agencia Nacional de Tierras y ubicado al sur del área de distribución, casi en el interfluvio de los ríos Orteguaza y Caquetá”, comenta. En otros resguardos indígenas el mono también ha podido refugiarse gracias a la defensa de los bosques que ejercen estas comunidades.

Por su parte, el Plan de Acción de Corpoamazonía no contempla entre sus Áreas de Importancia Estratégica ninguna que incluya alguna zona que pertenezca a los 4029 km2 donde habita el tití de Caquetá. Según este documento público, la Corporación prioriza sus esfuerzos actualmente en las Sabanas del Yarí, que conectan la llanura con la zona del Parque Nacional Natural Los Picachos, para evitar que se rompa la conectividad entre las sabanas amazónicas y la región andina.

No hay duda que se requiere ayuda y apoyo del gobierno central en el área de distribución de este mono, endémico de Colombia y con el área de distribución más reducida entre todos los primates del país. “Enviamos una carta firmada por los alcaldes y gobernadores de la jurisdicción, pidiéndole al señor Presidente de la República que se redoblen los esfuerzos para poner en marcha una estrategia de choque que permita frenar la deforestación en la Amazonía”, afirmó Iván Darío Melo Cuellar, subdirector de Corpoamazonía.

Hasta el momento el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible no ha reconocido a esta especie en la lista de especies amenazadas de Colombia. Foto: Javier García.


Melo también explicó algunas de las peticiones. “Pedimos que se cree un cuerpo especializado de fiscales que se encarguen de adelantar las investigaciones para desmantelar las mafias criminales que existen; la creación de un cuerpo élite del Ejército que acompañe estas actividades y; el fortalecimiento de las Corporaciones de Desarrollo Sostenible, cuyos instrumentos económicos son insuficientes para recaudar los recursos suficientes que permitan resolver los asuntos de carácter misional de control y vigilancia y de licenciamiento ambiental, entre otras peticiones”.

La misiva contiene 15 puntos sobre los cuales insisten los alcaldes, gobernadores y el director de Corpoamazonia para poner freno a la deforestación. En ella se destaca el punto 15, referente a la destinación de los recursos recaudados con el impuesto al carbono, que en estos momentos se encuentra en fase de reglamentación.

Los firmantes de la petición le solicitan al presidente Juan Manuel Santos que “de los recursos recaudados por el impuesto al carbono, incluido en la pasada reforma tributaria, se invierta un porcentaje significativo en la región amazónica, en el fortalecimiento de las instituciones que trabajamos en el sector ambiental”.

Zonas de guerra y deforestación
Tanto los deforestadores como los investigadores supieron lo que era tener zonas vedadas debido a la presencia de la guerrilla de las FARC. “Había zonas donde antes no podíamos entrar; con el desarme de las FARC recientemente adelantamos un inventario biológico con el Museo de Chicago en el bajo Caguán, (municipios de Cartagena del Chairá y San Vicente del Caguán) una zona a la que nadie se atrevía a entrar. Los resultados de ese ejercicio fueron muy buenos”, afirma el biólogo de The Amazon Conservation Team, Juan Pablo Parra.

Este pequeño primate mide tan solo 35 cm pero su larga cola mide 61 cm, es decir, casi el doble de su tamaño. Foto: Javier García, Fundación Herencia Natural.

Para él, hoy la situación es diferente y los deforestadores aprovechan su oportunidad. Según dice, cualquier persona que tenga los recursos consigue a algún campesino sin trabajo, le ofrece dinero y le pide que deforeste, queme la tierra y meta su ganado allí. El objetivo es que el Estado le titule esa tierra, “es por esto que se podría afirmar que el postconflicto ha servido de motor de deforestación. Desde que inició el proceso de paz con la guerrilla de las FARC el fenómeno se disparó en el Caquetá. Nada más en el último año tuvimos más de 7000 alertas de quemas”, asegura Parra.

Para el coordinador del Programa de Monitoreo de Bosques del IDEAM, Edersson Cabrera, las soluciones deben estar centradas en actividades de restauración que propendan por la reconexión de los parches de bosque natural que permitan un adecuado desplazamiento de la especie y un intercambio genético entre las diferentes poblaciones del mico bonito. Sin embargo, para él, la fórmula de deforestar, quemar, sembrar pastos y meter ganado esperando la titulación ya no aplica en esta zona.“Esto pasa pero en otras áreas de la Amazonía, como la parte sur del municipio de Solano, cruzando el río Orteguaza y saliendo del área de distribución del monito hacia los municipios de Cartagena del Chairá, San Vicente del Caguán y Puerto Leguízamo. En el área del monito el frente de deforestación ya no está tan activo por una razón muy triste: prácticamente ya no hay bosque para tumbar”.

Así es el mono tití del Caquetá 

El cuerpo de este pequeño primate mide tan solo 35 cm pero su larga cola mide 61 cm, es decir, casi el doble de su tamaño. Rojizo, grisáceo y café, este peludo primate elige pareja y se consagra a ella, permaneciendo unidos para toda la vida. Vive en grupos de núcleo familiar, reducidos a la pareja y sus pequeñas crías, las cuales acompañan a sus padres por algunos años antes de establecerse con una pareja.

Según el plan de manejo de la especie elaborado, entre otros, por Javier García Villalba y Thomas Richard Defler, el mono se alimenta principalmente de hojas jóvenes, semillas y frutos del bosque y en menor proporción de hojas maduras, raíces y flores, aunque también consumen algunos insectos. El tiempo dedicado a la alimentación y el descanso supera el 70 % del día. Un 15 % del tiempo lo dedican al acicalamiento, lo que supone el afianzamiento de sus vínculos afectivos; vocalizan un 2 % de su tiempo y dedican solo un 3 % del día a la locomoción.

El bosque donde habita el mono tití del Caquetá se encuentra bastante fragmentado, lo que dificulta su supervivencia. Foto: Javier García, Fundación Herencia Natural.

La lista roja de la UICN clasifica al mono tití de Caquetá como una especie ‘Críticamente Amenazada’ debido a una disminución de su población estimada en más del 80 % en los últimos 24 años y ocasionada principalmente por la deforestación para la siembra de cultivos ilícitos y la ganadería.

Sin embargo, a pesar de que la lista maestra de la UICN lo clasifica como uno de los primates más amenazados y en peligro de extinción, la Resolución 0192 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible “por la cual se establece el listado de especies silvestres amenazadas de la diversidad biológica colombiana”, no incluye al Plecturocebus caquetensis como una especie amenazada.

Según el Plan de Conservación del Mico Bonito, “se envió una carta al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible solicitando hacer las correcciones respectivas. A esta petición el Ministerio respondió que su normativa está orientada por los instrumentos de investigación nacional, como por ejemplo el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia y Conservación Internacional, entre otras; por ello se deben gestionar con estas instituciones la inclusión de la especie dentro de un nuevo listado que emita el Ministerio”.

La situación es grave. En resumidas cuentas: Corpoamazonía no ha definido el área de distribución del Tití de Caquetá como una de sus áreas prioritarias para la restauración ni la ha declarado de importancia estratégica; el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible no reconoce a esta especie en la lista de especies amenazadas y la deforestación en el Caquetá sigue avanzando a pasos de gigante. A pesar de esto, aún quedan esperanzas para la supervivencia de la especie gracias al trabajo que se desarrolla desde organizaciones como la Fundación Herencia Natural de la cual hace parte el biólogo Javier García, uno de los científicos que descubrió al mono Tití de Caquetá.

En pocos días esta fundación obtendrá respuesta por parte de la UICN en referencia a un proyecto que enviaron con el fin de obtener recursos para la compra de predios que se pretenden establecer como reserva de la sociedad civil y así propiciar la recuperación de las poblaciones de Tití del Caquetá.


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