Un equipo de investigadores colombianos observó, por primera vez, cuatro palmas de cera que nacieron machos pero mutaron en hembras.
Tochecito, un bosque en los límites de Tolima y Quindío, es el lugar con mayor cantidad de palmas de cera en el mundo: allá se elevan 600.000 de ellas. En ese rincón de montañas imposiblemente escarpadas, cinco investigadores observaron un fenómeno que ningún otro científico había visto: palmas de cera transexuales.
El botánico Rodrigo Bernal cuenta que el descubrimiento fue una sorpresa. Junto con María José Sanín, Luis Santiago Castillo y René López se unieron a la investigación de tesis de maestría de Blanca Martínez, quien está estudiando los ciclos en los que florecen y dan fruto las palmas de cera. Escogieron 160 palmas ubicadas en cuatro alturas distintas de las pendientes de la cordillera Occidental y cada dos meses regresaron para ver cómo iban creciendo sus flores y frutos.
Al principio, las observaciones salieron como lo esperaban: a través de sus binoculares y lentes gran angulares pudieron ver los racimos de flores y frutos en las copas de las palmas que escalan hasta 70 metros. Los machos, tal como lo anticiparon, tenían racimos compactos que al secarse caían como escobas alrededor de los tallos. Las hembras, en cambio, producían flores en racimos extendidos aun después de caer al suelo.
Sólo una cosa les llamó la atención en esas primeras observaciones: en las palmas que estudiaron en la parte más baja de la montaña, la proporción entre hembras y machos era distinta a los otros tres puntos: mientras que a los 2.600, 2.800 y 3.000 metros sobre el nivel del mar la mitad de la población era macho y la otra hembra, allí abajo, a 2.400 metros sobre el mar, las hembras eran el doble que los machos.
Era curioso, sí, pero no impensable. Lo impensable llegó cuando, tras varias visitas, se dieron cuenta de que justo en ese sitio dos de las plantas que habían clasificado como machos ahora exhibían enormes racimos de hembra. “Era absolutamente irrefutable que habían cambiado de sexo porque los racimos más viejos, los que ya estaban secos, tenían la forma típicamente masculina, pero los más actuales estaban con frutos. Esto quiere decir que la palma nació macho y ahora es una hembra”, dice Bernal a El Espectador.
Si bien otras especies, como la palma de aceite africana, cambian su sexo por temporadas, no existía ni un solo precedente en la literatura científica de transmutación sexual en la palma de cera. Por eso, el descubrimiento dejó más preguntas que respuestas.
Lo primero que habría que aclarar, explica Bernal, son las posibles causas para que se dé este fenómeno. El botánico esboza una primera hipótesis, que podría relacionarse con el hecho de que, debajo de los 2.400 metros, ya no hay palmares, sino unas cuantas palmas aisladas.
“En otras especies de plantas se observa que las flores masculinas y femeninas de un mismo individuo no coinciden en sus ciclos, para no autopolinizarse. Sin embargo, esto cambia cuando los individuos están aislados”, dice. Para explicar su punto, el botánico pone un ejemplo: nadie extendería su descendencia con sus primos o hermanos. Pero, en caso de que el último hombre y la última mujer de la tierra fueran familiares, para salvar la especie tendrían que crear descendencia.
Algo así sucedería con el árbol nacional de Colombia en esta parte de Tochecito, según la hipótesis de Bernal. “Es como si la palma estuviera tratando de tener más hembras para colonizar las tierras aún más bajas, casi bordeando el río, en las que sólo hay unos cuantos individuos aislados”, dice.
Sin embargo, el científico aclara que esta es apenas una conjetura. Si la transición entre sexos es permanente o si, por ejemplo, las palmas pueden volver a ser machos, es un análisis que implica observar a las palmas durante años.
Por ahora, el equipo está buscando los recursos necesarios para comprar un dron que les permita mirar más de cerca las coronas de todos los individuos, pues hasta ahora registran cuatro palmas “transgénero”. Esto, mientras diseñan la investigación que podría responder por qué algunos individuos del árbol nacional de Colombia deciden dejar ser machos y convertirse en hembras.
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