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Ciencia y tecnología o morir

Por su miopía, nuestros dirigentes no entienden nuestra historia.

Son innumerables las oportunidades que este país brinda para tener un avance en desarrollo tecnológico y científico.

“El que no conoce la historia está condenado a repetirla”, viejo adagio atribuido a Napoleón Bonaparte y que bien viene para mostrarnos que, en ciencia y tecnología, en este país seguimos repitiendo la historia al no tenerlos en cuenta para la competitividad y el crecimiento del país.

Michael Porter, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard y considerado padre de la estrategia empresarial y la competitividad, llevó a cabo en 1994 un estudio para Colombia en el cual recomendaba, por una parte, que “si las relaciones entre el sector privado y el sector público son de antagonismo en lugar de colaboración, y si los empresarios privados (productores y proveedores) no se unen con la academia para resolver conjuntamente problemas que afectan negativamente sus esfuerzos productivos, entonces será imposible que Colombia compita con éxito internacionalmente”.

La tan nombrada triple hélice –alianza universidad-empresa-Estado–, que debería determinar el camino de nuestro crecimiento, no se logra tal vez porque las políticas públicas las hacen nuestros “políticos públicos”, alejados totalmente de la realidad y cuyas decisiones más sabias son recortar el 38 por ciento del presupuesto para ciencia y tecnología.

Estamos en tiempos de posconflicto y se están abriendo oportunidades regionales para llegar a lugares impensables, donde hoy se podría desarrollar investigación en agroindustria y biotecnología. Habría que darse, por ejemplo, una pasadita por las granjas de cacao de Casa Luker (empresa colombiana reconocida por su calidad de chocolate y cacao) para ver todo el desarrollo que se requiere, en lo que podría ayudar la academia, para demostrarle al mundo que nuestro cacao es el más fino en aroma y sabor.

O ir al Chocó para ver la manicaria, una especie de palmera cuyas hojas son la base de unas fibras biodegradables muy resistentes que permiten desarrollar productos para construcción de alta calidad a bajo costo. También se podría mirar una enfermedad como el mal de Chagas (infección que afecta la piel y es causada por un mosquito tropical), que perjudica a más de 7 millones de personas en Latinoamérica y que investigadores han encontrado la posibilidad de prevenir, a través de un dispositivo que la detecta y puede llevar en su bolsillo.

Son tan innumerables las oportunidades que este país brinda para tener un avance en desarrollo tecnológico y científico, pero, por su miopía, nuestros dirigentes no entienden nuestra historia. Parodiando a los mártires de la historia: “Ciencia y tecnología o morir”.

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