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El “sol artificial” de China no es único

El Reactor Experimental Termonuclear Internacional que actualmente se construye en Francia, es el más grande proyecto en el desarrollo de la fusión nuclear, una forma de energía que podría revolucionar nuestras sociedades.


Hace unos días, la noticia de que China estaba desarrollando un “sol artificial”, le dio la vuelta al mundo. El Tokamak Superconductor Avanzado Experimental (EAST por sus siglas en inglés) se convirtió en noticia pues había logrado alcanzar una temperatura electrónica de más de 100 millones de grados Celcius, casi siete veces la del núcleo del Sol.

Esto quiere decir que los científicos del EAST se encuentran cerca de resolver la encrucijada de producir energía a través de la fusión nuclear, una forma de energía distinta la fisión nuclear que usan actualmente todas las plantas nucleares. Contrario a las plantas ya existentes, la producción de energía por fusión no deja residuos radioactivos.

Aunque el proyecto chino se llevó todas las miradas, es tan solo una de las muchas iniciativas que están buscando generar energía con fusión, un objetivo que si se logra, podría ser la alternativa para los combustibles fósiles, cuyo uso desmesurado tiene al planeta al borde de un catástrofe ambiental sin precedentes para la especie humana.

¿Cómo funciona esta energía? como en el sol y las demás estrellas, es una reacción nuclear en la que dos núcleos de átomos ligeros, en general el hidrógeno y sus isótopos (deuterio y tritio), se unen para formar otro núcleo más pesado. Este fenómeno libera enormes cantidades de energía, que podría ser usada para mover ciudades.

El problema es que generar esta fusión requiere unas temperaturas enormes, imposibles de alcanzar en las condiciones normales del planenta: El plasma de hidrógeno (donde ocurren las reacciones) debe calentarse a 150 millones de grados C –10 veces más caliente que en el núcleo del sol–.
La iniciativa más grande es el Reactor Experimental Termonuclear Internacional (ITER, por sus siglas en inglés), un proyecto en el que 35 países –Unión Europea, Japón, Estados Unidos, Corea del Sur, India, Rusia y China–  cuya financiación y construcción se acordó en 2006.

En Bruselas, los participantes acordaron que la UE y Francia aportarían el 45% del costo total del reactor, mientras que las otras seis pondrían cada una el 9%. En total, se calculó en ese entonces, el proyecto costaría 4.570 millones de euros.

A mediados de 2017, los encargados del proyecto anunciaron que la mitad de la infraestructura necesaria para el funcionamiento del proyecto estaba listo. Bernard Bigot, el director general del ITER, señaló que para el 2025 la fusión nuclear sería una realidad en ese centro de investigaciones.

Sin embargo, ni el proyecto chino ni el internacional son los únicos en la carrera de la fusión nuclear.  El Massachusetts Institute of Technology (MIT) tiene su propia iniciativa, Sparc, junto a la start up Commonwealth Fusion Systems (CFS). La iniciativa es financiada por Breakthrough Energy Ventures, un fondo liderado por Bill Gates, Jeff Bezos, Michael Bloomberg y otros multimillonarios.

Tokamak Energy, una firma de Oxfordshire, tiene su propio modelo. A diferencia de las demás iniciativas, cuya forma es como una dona, la propuesta de Tokamak Energy es esférica. “Un tokamak esférico es una topografía mucho más eficiente, y podemos mejorar drásticamente la compacidad y la eficiencia. Y debido a que es más pequeño, puede ser más flexible y el costo de construcción también es más bajo”, señala Jonathan Carling, el director ejecutivo de la compañía. La empresa cree que logrará su meta en 2022.
 

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