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Abejas africanizadas detectarían campos minados

Como estos insectos suelen recolectar néctar y polen de plantas que han absorbido algunos de los explosivos –anfo y R-15, entre los más comunes de las minas– al realizar los correspondientes análisis físico-químicos de las muestras se puede determinar la presencia de dichos artefactos con alto grado de precisión.

El instinto de fidelidad de las abejas africanizadas es aprovechado para adelantar su entrenamiento.

La enorme capacidad olfativa de las abejas africanizadas, que puede ser incluso hasta 100 veces mayor que la de un perro, además de su propiedad de cubrir extensiones de entre 100 y 200 hectáreas y trabajar de manera coordinada, las hace un aliado excepcional para estas tareas.

Su uso ha demostrado gran efectividad en países como la antigua Yugoeslavia o Etiopía, y en Colombia se ha desarrollado un protocolo que está en proceso de ser patentado, a partir del cual se podrían recertificar municipios enteros como zonas libres de minas.

De igual manera se podría adelantar una acción combinada de estrategias para alcanzar mayor efectividad, como el empleo de perros, ratas y cerdos.
“Gracias al conocimiento que tenemos de las abejas africanizadas, las cuales podemos llevar y traer a cualquier parte, junto con el protocolo de entrenamiento que hemos desarrollado, estos insectos serían muy útiles en estos procesos”, destaca el profesor Jorge Tello Durán, de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien desarrolla el proyecto con el profesor Fausto Moreno.
La estrategia aprovecha un instinto natural típico de esta especie de abejas, conocido como fidelidad, el cual hace que ellas siempre se alimenten de la misma fuente hasta agotarla, gracias a su enorme capacidad para reclutar obreras que lo colecten.
“Para el caso del desminado, lo que hacemos es entrenar las abejas para que ellas asocien el olor de algunos compuestos químicos con el alimento, de tal manera que puedan identificar terrenos en los que hay minas”, explica el docente.
Una vez realizados los primeros análisis en los que se compruebe la presencia de sustancias como nitrato de amonio mezclado con ACPM, se programan nuevas incursiones encaminadas a incrementar el nivel de detalle respecto a la ubicación de las minas.
“Aunque una abeja es capaz de reconocer hasta tres tipos de sustancias distintas, su desempeño será mucho mejor cuanto mayor grado de especialización tenga”, destaca el profesor Tello.

Efectividad garantizada

En la medida en que el rango de acción podría abarcar hasta 2.000 hectáreas, las abejas que demuestren ser más eficaces en los procesos de detección serán marcadas con chips, para que se puedan seguir con drones.

Aunque el protocolo de entrenamiento se encuentra en proceso de obtener la patente de invención por parte de la Superintendencia de Industria y Comercio, el profesor Tello llama la atención sobre la importancia de que el procedimiento ha sido diseñado para evitar que se produzcan falsos positivos y negativos a la hora de buscar el alimento.
“Puesto que cualquiera de las plantas que crecen alrededor de una mina termina absorbiendo estas sustancias a través de sus sistemas radiculares, en pequeñas cantidades –equivalente a partes por millón–, lo que hacemos es suministrarle la sustancia que se busca asociar con el alimento, desde hierbas hasta árboles”, explica el docente.
Pese a que las abejas africanizadas tienen una vida útil que se limita a un rango de entre 18 y 23 días según el clima, gracias a su habilidad para transferir la información, el conocimiento adquirido durante el entrenamiento se traslada al resto de la colmena, aunque en todo caso se exige realizar un periodo de reaprendizaje cada cierto tiempo.

Al igual que ocurre con el comportamiento de los perros, algunas abejas son mucho más hábiles que otras en los procesos de detección y rastreo, por lo que de su identificación depende el éxito del proceso.

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