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Elena Stashenko, la ‘profe’ rusa que educa al futuro de la ciencia en Colombia

Cuando la científica rusa Elena Stashenko llegó a la ciudad de Bucaramanga en 1982 se encontró con una incipiente cultura científica, pues apenas había laboratorios, no se realizaba investigación y los salones de clase de las universidades estaban compuestos mayoritariamente por hombres.



Pese a las dificultades, la científica de la Universidad Druzhbi Narodov de Moscú Elena Stashenko no se amilanó y al contrario asumió esta experiencia como un desafío que afrontó con “trabajo duro y sin desesperaciones”.”

“El discurso era que Colombia no es país de ciencia. En este momento me entró una duda y un reto: ‘si hay conocimiento, si somos preparados, no es imposible”, aseguró la actual docente de la facultad de ciencia de la Universidad Industrial de Santander (UIS).

En dicha institución Elena Stashenko ha inspirado, formado y acompañado a por lo menos 260 estudiantes en programas de pregrado, maestría y doctorado, con quienes ha formado grupos de investigación catalogados como A1 en Colciencias.


Junto con su equipo de trabajo de la UIS y el apoyo de 10 universidades colombianas más, la docente conformó desde el 2004 el Centro de Investigación de Excelencia Cenivam con el propósito de profundizar en el estudio de plantas aromáticas y medicinales.

Justamente este año Stashenko fue reconocida como una de las 50 mujeres más influyentes en las ciencias analíticas del mundo por la revista Analytical Scientist debido a sus adelantos en esta área del conocimiento.

Y es que como inventora, en compañía de otros investigadores de la UIS, Stashenko logró la obtención de dos patentes relacionadas con el aprovechamiento de los principios activos de las plantas.

Gracias a ese descubrimiento la científica ha podido incorporar dicha materias primas a productos de limpieza, así como a aromatizantes, repelentes de insectos y aceites para masajes.

Elena Stashenko relata que el proceso para la consecución de esta patente fue largo, dado que los primeros catorce años (1990-2004) fueron de “pura investigación básica”, en los cuales se pasaba las tardes estudiando las propiedades de las plantas.

Pero su entrega y dedicación han rendido frutos, pues ahora aguarda por el resultado de cinco solicitudes de patentes más que contribuirían con el desarrollo de la biotecnología a nivel mundial, un área en la que Colombia tiene grandes oportunidades de desarrollo.

Vale la pena destacar que en la actualidad Colombia importa entre 5 y 7 toneladas mensuales de aceites esenciales, ya que se carece de la alta producción de esta sustancia.  

Gracias al aporte de Stashenko en este campo y a programas como Colombia BIO adelantado por Colciencias, el país podría cambiar la página y convertirse en un actor importante en esta industria gracias a su riqueza en materia de biodiversidad.

“Colombia es un importador neto de aceites esenciales, teniendo este potencial en el campo y con la llegada del posconflicto, estas empresas rurales van a ser un gran solución, incluso para la sustitución de cultivos ilícitos”, destacó Stashenko.



Un tema de mentalidad

Por encima de la falta de recursos o infraestructura, Stashenko considera que una de las principales barreras de los investigadores colombianos es su propia mentalidad, que se traduce en miedos y poco interés de salir de la zona de confort.

“La motivación falta en muchas personas porque desde el colegio no tienen fe en el desarrollo de su propio país y piensan que todo lo mejor está afuera, contra esto es muy difícil luchar”, explica la doctora.

Stashenko fue más allá al afirmar que muchos colombianos “piensan de entrada que son menores que el otro (en términos intelectuales)”, con lo cual se programan para el fracaso.

“Muchos colombianos son muy impacientes, al primer fracaso ya se rinden, toca seguir. A veces uno ve los estudiantes y nos les sale el resultado (de una investigación) y cambian el tema, buscan lo más rápido o fácil y la ciencia es paciencia”, añadió.

La científica también abogó por el prestigio de los maestros en el país, dado que en términos generales no son lo suficientemente valorados y por ello su motivación disminuye en las aulas de clase.

Esta problemática se traduce en la formación de los estudiantes en los colegios, pues debido a esta situación no heredan el amor por la ciencia y de a poco muere su curiosidad, la cual a fin de cuentas constituye una de las bases del pensamiento científico.

“El estudiante que viene a la universidad no tiene el deseo de adquirir nuevo conocimiento y va solo a recibir el titulo porque le permite tener mejor posición en la sociedad, pero no le gusta la ciencia”, lamentó.

A pesar de todos estos factores, Stashenko se siente alegre por contribuir con el desarrollo de la ciencia en Colombia y sobre todo por acompañar a la nueva generación de investigadores.

“Mi gran satisfacción es que varios estudiantes lo superan a uno y ahora son directores de laboratorios o vicerrectores (…)  uno no es eterno, toca dejar un legado”, argumentó Stashenko.

Y concluyó que su gran sueño es que “los alumnos sigan con la misma convicción de que Colombia no es solo conflicto, narcotráfico o desorden, es un país que merece crear su propia ciencia y tecnología”.


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