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¿Por qué no hay más mujeres en la ciencia y la tecnología?

Los deseos de los padres, los roles de género y la falta de experiencias son algunas de las razones.

niñas tecnología
Según cifras de la Unesco, solo el 28 por ciento de los investigadores del mundo son mujeres.

Que solo 15% de las mujeres que se graduaron de la educación superior en 2018 haya optado por un programa afín a la ciencia y la tecnología no es una casualidad. Aunque se haya vuelto parte del paisaje, las mujeres como minoría en estos sectores dejan un gran vacío en la innovación, la diversidad y las oportunidades de desarrollo social.

Desde los juguetes para 'princesitas' o la idea de que la matemática no era para ellas hasta las ofertas de menores sueldos y el difícil equilibrio entre la maternidad y la vida profesional. Crecer en este sector es una maratón llena de obstáculos, una que las mujeres corren en tacones.

Numerosos expertos internacionales han señalado que el elemento cultural en una sociedad puede hacer que a los 7 años una niña comience a perder el interés en las áreas STEM, que la incidencia de las palabras de un docente resultan cruciales a la hora de abandonar o continuar con su estudio y que los desplazamientos y costos de la vida estudiantil son una barrera para muchas.

Factores como los estereotipos de género, una cultura que promueve la falta de confianza en sí mismas y la escasez de modelos a seguir son algunas de las razones que expertas aluden como causales de la brecha.

De acuerdo con Sonia Monroy, subdirectora de Colciencias, algo fundamental es que "no queremos ganar algo por el hecho de ser mujeres. hay que quitarnos esa idea. Si queremos ganar una beca o un mérito, es por nuestro trabajo". Sin embargo, admite que existe una fuerte influencia de los estereotipos frente al rol de la mujer, lo que se supone debe hacer y estudiar y la educación que han tenido.

"Influye la educación, ciertos paradigmas, los juguetes que se compran, el antecedente familiar de qué estudio el padre o la madre", por eso, cree que la solución está en "cambiar paradigmas".

A nivel global, uno de los estudios más completos en el campo es el de Descifrando el Código de la Unesco, que fue publicado en 2019 y dedica 85 páginas a analizar los diferentes entornos que juegan un papel protagónico en la inclusión de las niñas en las STEM.

Razones a todos los niveles

El reporte de Unesco indica que existen factores a nivel individual y familiar y también a nivel escolar y social que pueden ser determinantes a la hora de impulsar la siguiente generación de científicas en el mundo. 

Existen dos mitos principales sobre la participación femenina en la ciencia y la tecnología: que los niños son mejores que las niñas en matemáticas y que las ingenierías y áreas afines son de dominio masculino. 

Una publicación de Darío Cvncek, Andrés Meltzoff y Anthony Greenwald, investigadores la Universidad de Washington, apunta a que la idea de que las niñas no son buenas en las matemáticas se refuerza entre los 6 y 10 años de edad, cuando los menores relacionan un concepto de la matemática frente al género, una concepción propia del género y una asociación sobre si este coincide o no con el género previamente asociado a la matemática.

Aunque los niños tienden a tener mejores habilidades espaciales que las niñas, los investigadores consideran que probablemente se debe a las oportunidades de desarrollo de las habilidades que existen en un entorno familiar. Dado que para los niños está más permitido desarmar y armar objetos, trepar a los árboles y desafiar las leyes cotidianas de la física, el aprendizaje mediante el juego es distinto que al que resultan expuestas las niñas.

Unesco señala también que perfiles étnicos, condiciones socioeconómicas y estatus de migración en las familias pueden influir en qué tanto apoyo o promoción de la ciencia y la tecnología hay en el seno familiar. Hay mayores probabilidades de que las niñas opten por áreas STEM en hogares donde existen personas con profesiones afines, por ejemplo.

Claro, aunque exista una demanda laboral de perfiles capacitados en áreas STEM, la vinculación de niñas y mujeres tiene que ir de la mano con la realización de sus aspiraciones y sueños. No es democrático optar por forzar a toda una generación a definir su futuro laboral únicamente basados en las necesidades del desarrollo industrial.

Sin embargo, los expertos sí han encontrado que dentro de las elecciones hay un factor de presión cultural que podría estar afectando los caminos educativos de las mujeres.

"El sesgo de autoselección es la razón principal por la cual las niñas optan por no participar en STEM. Esta 'elección' está fuertemente influenciada por el proceso de socialización y las ideas estereotipadas sobre los roles de género", reza el informe de Naciones Unidas.

La decisión de estudiar una carrera STEM está ligada a qué tanto esa joven se visualiza en el futuro dentro de esas áreas y qué tanto sentimiento de pertenencia puede desarrollar en esos ambientes. Además, las percepciones y actitudes de las niñas están ligadas fuertemente a "las propias creencias, actitudes y expectativas de los padres, que influenciados por los estereotipos de género pueden causar un tratamiento diferencial de niñas y niños en cuanto a cuidado, juego y experiencias de aprendizaje", dice el informe.

En esa vía, María Alejandra Guzmán, decana de ingenierías en la Universidad Nacional, asegura que en general los bachilleres no tienen claro qué es una ingeniería ni otras carreras aparte de la medicina y el derecho. Parte de la solución está en acercar a los estudiantes a las disciplinas antes de su ingreso a la universidad. Tal vez miles de graduados terminaron sus programas antes de descubrir otros intereses que habrían querido explorar. Según cifras de Unesco, la tendencia internacional es que solo 3 de cada 10 personas en ciencia y tecnología son mujeres. En el caso de la ciencia la proporción es 2 de cada 10.

Falta de mujeres en el trabajo


El panorama en Colombia, dice Joanna Prieto, docente y cofundadora de Geek Girls Latam, coincide con la tendencia mundial. Si no se hace algo ahora, las jóvenes que se gradúan de los programas técnicos y los pregrados no querrán seguir adelante con sus carreras.

Dado que de los que se inscriben a los que se gradúan hay un gran trecho, su mayor preocupación es que la distribución de las mujeres en el mundo laboral tampoco refleja mejoría. Después de salir de sus programas, el trabajo no tiene grandes señales de cambio, con pagos inferiores por labores iguales a las de sus pares masculinos y ambientes sexistas donde el acoso laboral es tolerado.

Carolina González Velosa, especialista de la División de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), asegura que en Colombia a nivel general existe una marcada diferencia de género en las oportunidades de acceso al trabajo y a ingresos.

Mientras que un 75 por ciento de los hombres participan laboralmente, es decir cuando una persona tiene una actividad económica o está buscando trabajo, esa proporción en las mujeres es del 55 por ciento. Por diferentes razones un 45 por ciento de las colombianas no participan laboralmente en el mercado del trabajo.

"Esta brecha pronunciada  significa que hay menos mujeres participando en el mercado laboral que los hombres", explica González y cuenta que a ello se le suma la incertidumbre de si consigue o no trabajo.

La tasa de desempleo para las mujeres en Colombia ha sido en los últimos años de alrededor del 12 por ciento mientras que la de los hombres es del 7 por ciento. Esa diferencia es una de las más grandes en Latinoamérica. Ahora no solamente las mujeres participan menos, sino que cuando lo hacen también consiguen menos empleo.

Las que logran obtener un trabajo encuentran con otra barrera. Los ingresos son mucho menores a los de los hombres. "Hablamos de un 17 por ciento menos cada mes. Esto se explica con el tiempo que las mujeres dedican al trabajo remunerado, que es menor que el que disponen los hombres. Las mujeres trabajan mucho, pero en oficios no remunerados", explica la experta del BID.

Las mujeres a lo suyo


Si se observan los orígenes, más allá de las cifras, la brecha se nutre de una segregación ocupacional centenaria sobre cuáles son las labores tradicionales de una mujer y cuáles no. "Existen carreras muy remuneradas, altamente masculinizadas, como la ingeniería, y otras muy feminizadas, de baja remuneración, como la docencia o los servicios de cuidado", comenta González.

Eso no está lejos de la normalización de los hogares sobre las actividades de las niñas y de los niños. Jugar con super héroes o barrer, cocinar y cuidar a los bebés está dividido por los colores de las estanterías y de las decoraciones de las habitaciones infantiles. Para la Unesco existe una necesidad de desarrollar identidades científicas y matemáticas de las niñas y autopercepciones de su potencial en estudios STEM y profesiones.

El libro 'Género, naturaleza y crianza' de Richard Lippa plantea que los estereotipos de género sobre los roles se desarrollan desde muy temprano en la vida. Al final de su primer año, niños y niñas suelen tener diferentes preferencias de juguetes. A los dos años y medio, los pequeños comprenden los estereotipos de género y quieren comportarse como otras personas del mismo sexo, algo que terminan de dominar e internalizar para cuando ya tienen cuatro años.

Según Olga Paz, coordinadora de la Campaña Dominemos la Tecnología en Colombia, actitudes como pedir a una niña que sea más perfecta, que calle más o que sea más juiciosa y normalizar que los niños pueden comportarse más flexiblemente afecta su exploración en la infancia.

Ser una niña, una niña buena, pasa por la validación de las actitudes en los entornos sociales cercanos. "Desde la primera infancia, ni en la escuela ni en casa, se fortalece el interés de las niñas por la exploración, la investigación, el conocimiento y el interés en estas áreas", comenta.

"En espacios como el juego, la educación, las actividades en casa… se promueve en las niñas actividades que refuerzan el estereotipo del rol asignado a las mujeres y socialmente se le asigna a las mujeres roles del cuidado, de cocinar o hacer oficio en casa", mientras que a los niños varones, se les enseñan otras cosas.

De acuerdo con la Unesco, se ha encontrado que las mujeres están subrepresentadas
en campos donde se cree que el talento innato es el requisito principal para el éxito y dónde están las mujeres estereotipadas como no poseedoras de este talento. Asimismo, el informe de Naciones Unidas considera que las madres, más que los padres, parecen tener una mayor influencia en sus hijas a la hora de escoger entre sus opciones de educación y carrera, y cree que podría deberse a su función de modelo de rol.

Paz asegura que es el resultado de "políticas educativas impulsadas durante décadas desde los gobiernos, las prácticas del sector educativo y las necesidades del entorno productivo". 

La activista Paz considera que quienes optan por estudiar una carrera tecnológica se enfrentan a un entorno hostil y sexista donde todo el tiempo tiene que demostrar y reafirmar sus capacidades. En este aspecto, su análisis coincide con los testimonios de algunas de las mujeres que comparten sus historias en este especial. 

"Las mujeres no necesariamente están en un espacio seguro sino en un lugar de riesgo constante donde se les mira distinto y se les exige más por ser mujeres", explica Paz y agrega que "las mujeres que estudian carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) muchas veces tienen que esforzarse de manera adicional por desarrollar habilidades que quizá no tuvieron oportunidad de trabajar durante la niñez o la adolescencia". 
REFERENCIA: EL TIEMPO

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