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El déficit de árboles en Bogotá y su posible impacto en la calidad del aire

El aire en Bogotá se ha deteriorado en los últimos años. Solo entre febrero y marzo de 2019 hubo dos declaratorias de emergencia, mientras que en apenas dos meses de 2020 ya se registró la primera alerta amarilla. ¿Cuál es la relación de los árboles con esta problemática?
Entre 2008 y 2019 fueron talados 42.215 árboles en Bogotá. Foto: archivo particular.
Entre 2008 y 2019 fueron talados 42.215 árboles en Bogotá. Foto: archivo particular.
La declaratoria de emergencias por la presencia de partículas tóxicas en el ambiente de Bogotá se está volviendo una constante: en los últimos doce meses se han declarado tres emergencias por este fenómeno.

Hasta ahora el radar se ha puesto sobre las emisiones de los vehículos de carga y de las industrias, así como a condiciones meteorológicas entre las que están las reducidas precipitaciones, las altas temperaturas, la radiación solar y la presión atmosférica.

Sin embargo, muy poco se ha hablado respecto a los índices de tala de árboles en Bogotá y del impacto que esto tiene en la salud de los habitantes de la ciudad.

Cifras de tala y sembrado de árboles en Bogotá


De acuerdo con datos del Sistema de Información para la Gestión del Arbolado Urbano (Sigau), administrado por el Jardín Botánico de Bogotá, solo entre 2008 y 2019 fueron talados 42.215 árboles.

Según Herman Martínez, exdirector del Jardín Botánico, al interior de las áreas urbanas suele haber una densidad de 700 árboles por hectárea, con lo cual, los árboles talados en esos doce años equivaldrían a 84 veces la cancha de fútbol del Estadio El Campín.

En ese mismo periodo –y usando cifras del Sigau– fueron sembrados, a modo de compensación, 169.953 árboles en la ciudad.

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Los datos del Sigau están disponibles desde el año 2007. Desde esa época Bogotá ha tenido tres alcaldes en ejercicio y una alcaldesa encargada: Samuel Moreno (2008-2011), Clara López (2011), Gustavo Petro (2012-2015) y Enrique Peñalosa (2016-2019).

Respecto al manejo silvicultural –como se conoce técnicamente a la tala– durante el Gobierno de Samuel Moreno y Clara López se derribaron 8721 árboles, algo así como seis unidades diarias.

En el mandato de Gustavo Petro se talaron 13.386, para un promedio de nueve árboles al día. Mientras que en la alcaldía de Enrique Peñalosa se tumbaron 20.108 unidades, lo que da casi 14 árboles diarios.

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Las causas de dichas talas son diversas y entre ellas se encuentran la avanzada edad de los árboles, así como el otorgamiento de permisos y autorizaciones a particulares y entidades públicas para tumbarlos.

De las tres administraciones, la de Samuel Moreno y Clara López fue la que más árboles sembró, con un total de 78.692. Petro y Peñalosa, por su parte, plantaron casi la misma cantidad: 44.639 el primero y 46.622 el segundo.

Estos datos son relevantes porque existe un promedio, comúnmente aceptado entre los expertos en medioambiente, el cual señala que un árbol talado se debe compensar, por lo menos, con tres nuevos.


No obstante, varios estudiosos del tema aseguran que así se cumpla con ese promedio, hay variables que no se están teniendo cuenta y que causan que el impacto ambiental negativo sea enorme.

Por ejemplo, la primera edición del informe ‘Arbolado urbano de Bogotá: identificación, descripción y bases para su manejo’, publicado por la Secretaría de Ambiente, sostiene que “en Bogotá la tasa de mortalidad de los árboles jóvenes plantados ha llegado a alcanzar hasta el 40 por ciento, ocasionada por acciones humanas, mientras que la mortalidad promedio por causas naturales es de un 10 por ciento”.

De esta manera, muchos de los árboles nuevos que se siembran a modo de compensación mueren antes de hacer su aporte para limpiar el aire de la ciudad.

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Por otra parte, Eduardo Bermúdez, expresidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros Forestales, asegura que “es imposible pensar que la plantación de árboles nuevos y pequeños pueda compensar un árbol de 30 o 40 años”.

De hecho, un estudio dirigido por el propio Bermúdez encontró que la ciudad tiene un arbolado relativamente joven debido a que los procesos de reforestación se comenzaron a hacer, de forma más o menos rigurosa, desde finales de los años 80.

Es decir, la edad promedio de los árboles bogotanos ronda los 30 años y según el académico, “se considera que el aporte para el mejoramiento ambiental de un árbol muy joven o de uno bastante adulto es bajo, comparado con un árbol que tiene una edad de entre 15 y 30 años”.

Un concepto similar tiene Luís Jairo Silva, exdecano de la Facultad de Medio Ambiente de la Universidad Distrital y socio fundador de la Asociación Colombiana de Arboricultores (ACA), quien asegura que “entre más hojas tenga un árbol, mayor cantidad de dióxido de carbono va a fijar y eso no se puede comparar con los escasos centímetros cuadrados de hojas de una especie nueva”.

Así mismo, el académico recuerda que los árboles no solamente fijan partículas de dióxido de carbono, toda vez que su presencia en masa al interior de una urbe influye para regular los niveles de radiación solar y sirve de ecosistema para diferentes especies de aves, entre otros beneficios.

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