83 millones de personas se han beneficiado de un invento creado por un Colombiano.
Jorge Reynolds cuenta y relata cómo fue el inicio de la creación y el avance a día de hoy del marca pasos, un pequeño pero potente artefacto, que hace de ayudante al corazón para personas con problemas cardíacos.
Jorge Reynolds, creador del marcapasos. Foto: Uniminuto Radio |
En los años 50 cuando al ingeniero electrónico e inventor del marcapaso, Jorge Reynolds, le preguntaban “¿Qué estudió?”, se veía en problemas para explicar en qué consistía su carrera. Como Reynolds hacía parte del primer grupo de ingenieros electrónicos graduados de Europa, muy pocos sabían en qué consistía y muchos otros se confundían: “la gente pensaba que sabía mucho sobre la bomba atómica porque estaba de moda, o en su defecto que sabía mucho de arreglar planchas”, cuenta. Pero en realidad, se trataba de una nueva profesión derivada de la gran invención del transistor, un componente que años después le daría las bases para crear el marcapaso. Su invento al día de hoy ha beneficiado a más de 80 millones de personas. Estas son algunas reflexiones del experto a propósito de los 60 años de su invento.
Cuando volví a Colombia empecé a trabajar rápidamente en la Universidad Nacional en algo muy raro: la Facultad de Medicina. Allí manejaba una serie de equipos que había donado la fundación Rockefeller y cómo eran electrónicos, el decano de medicina de ese entonces me nombró ingeniero electrónico del departamento de fisiología. Un título complicadísimo para entender en la época. Casi simultáneo entré a trabajar en la Clínica Shaio con los equipos que habían llegado. Allí me sorprendí al ver que las famosas arritmias eran problemas eléctricos que se podían manejar con la tecnología.
El primer marcapasos se me ocurrió viendo que el corazón era un sistema eléctrico y como ingeniero me dio curiosidad. En la Clínica Shaio empecé a ver la cantidad de pacientes que morían por problemas que se podían subsanar por medio de los marcapasos. Y ahí lo creé con el doctor Alberto Bejarano, que hizo la implantación, yo hice el diseño y el aparato.El primer paciente al que se implantó vivió 18 años con marcapasos y murió de 104. Este primero fue un producto de la tecnología de ese tiempo. Estaba hecho de tubos que se utilizaban en los radios, los televisores y demás. Pero el transistor hizo cambiar totalmente su tamaño. El primero pesaba 60 kilos y funcionaba con una batería de automóvil y el que yo desarrollé es un nanomarcapasos hecho con nanotecnología que pesa 0.7 gramos, es decir la cuarta parte de un grano de arroz.
Hoy en día son de gran confiabilidad. Se puede decir que puede haber fallas en uno de cada 10 mil marcapasos. Ya no tiene baterías sino que la misma contracción del corazón, a través de un fenómeno que se llama piso de electricidad, es la que produce la corriente para el funcionamiento de los nanotransistores y los nanoelementos. También está conectado al teléfono celular del médico y en caso de una falla inmediatamente avisa. Así esté en cualquier parte del mundo, el médico puede ver el funcionamiento del marcapasos en el teléfono y cambiar los parámetros de funcionamiento. El marcapaso no cubre cualquier problema del corazón, únicamente está indicado para las arritmias. La arritmia quiere decir que el corazón funciona de una manera anormal. No se contrae rítmicamente sino que hace pausas. Aunque hay muchísimas enfermedades del corazón, esta es uno de los problemas más grandes.
Hay más de 20 tipos de marcapasos. Pero nunca han preocupado las patentes, creo que las patentes son algo muy personal. Pienso que el desarrollo de la tecnología debe ser compartido y no una propiedad de alguien sobretodo en la salud. Por ejemplo, hoy hay marcapasos respiratorios, marcapasos para hipertensión arterial, para problemas gástricos, problemas de consolidación de huevos. Ya hay que ponerle apellido a los marcapasos pues los estímulos eléctricos se han generalizado para diferentes tipos de enfermedades. Según la última estadística 83 millones de personas se han beneficiado con el marcapaso, más o menos el doble de la población colombiana.
Hemos trabajado con el corazón de la ballena azul, el mamífero y el animal más grande que existe en otro planeta y la historia. Muchos más grande que los dinosaurios. Una ballena azul puede pesar 230 toneladas, mide 35 metros, pero tiene un corazón como el nuestro. El suyo pesa dos toneladas y tiene el tamaño de un carro, es decir, 450 veces más que el corazón humano. En los 19 años que llevamos trabajando con las ballenas, hemos desarrollamos muchísima tecnología que se ha ido utilizando en beneficio del corazón humano.
Ahora estamos trabajando con las abejas. Los insectos tienen un sistema circulatorio pero no como el de los mamíferos, sino a partir de un tubo contráctil. Con las abejas hay un problema mundial porque las están exterminando. Esto es gravísimo porque la gente no se da cuenta del problema que se viene encima si desaparecen: la polinización de las cementeras se acabaría y eso llevaría a que se acaben las cosechas de alimentos a nivel mundial. Nosotros hemos hecho los primeros trabajos para conocer el corazón de los insectos y ver cómo los afecta el cambio climático, los pesticidas a las abejas. Ha habido una gran difusión en Europa de este estudio publicado que publicamos hace alrededor de un mes. Tomará años ver los resultados porque hasta ahora estamos haciendo los primeros sistemas. Hay que crear toda la metodología. Ver si lo que estamos haciendo sirve o no sirve. Todo esto toma tiempo, pues en la ciencia y en la investigación se trata de hacer y probar la efectividad de los trabajos de investigación.
La ciencia y la tecnología es algo que no existe prácticamente en Colombia. Para la gente común y corriente, los científicos son unos loquitos que están jugando con la ciencia y la tecnología. Y para los políticos como no da votos, no interesa. Por eso hoy tenemos una deficiencia total de ayuda gubernamental. Ojalá esto cambie porque hasta ahora los problemas de la ciencia y la tecnología en Colombia son muy grandes. Las pocas personas en diferentes profesiones que han salido del país han demostrado que los colombianos sí pueden aportar muchísimo a la ciencia. Lo digo porque veo a mis alumnos: al menos el 15 por ciento de ellos se han destacado en diferentes trabajos a nivel mundial. Son conocidos internacionalmente, menos en nuestro país. Aunque las universidades hacen esfuerzos importantes hasta cierto punto, el resto le pertenece al gobierno. Ojalá con la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología las cosas empiecen a cambiar.
Hay que enseñar a los niños que tienen un corazón y que tienen que cuidarlo. A ellos les dicen, “ese corazón es para querer a tu mamá, a tu papá, a Dios, a tus hermanos”, pero jamás les dicen que tienen que hacer ejercicio, no volverse sedentarios. Los niños tienen que correr, tener una vida de niños. El juego con los computadores tiene que ser limitado. Desde chiquitos tienen que mantener una dieta baja en grasa porque eso los lleva a tener problemas del corazón en el futuro.
El mundo en la medicina va a unos pasos de gigante. Predecir qué va a pasar en cinco años, es más o menos posible pero en diez ya es muy trabajoso. Qué va a pasar a mitad del siglo, mucho menos, pero lo único que puedo garantizar es que va a ser un mundo muy diferente al que tenemos hoy en todos los aspectos. No solamente en la parte médica, sino en la parte económica, en las profesiones, en las actividades del hombre.
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