Métodos in vitro reemplazarían pruebas de cosméticos en animales
Mediante pruebas realizadas en huevos de gallina fértiles y trozos de piel de cerdos –que se habían sacrificado con otros fines–, se evaluaron la permeabilidad y la irritación tanto ocular como dérmica que podrían causar ciertas moléculas que tienen altas perspectivas de uso en la industria cosmética.
En Colombia no se cuenta con una oferta en pruebas in vitro para productos cosméticos, por lo que estas se realizan fueran del país. Foto: Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Colombia |
Este trabajo fue adelantado por Liseth Yamile Díaz Rojas, magíster en Ciencias Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien, ante la normativa colombiana que prohíbe realizar pruebas de productos en animales, abordó otras alternativas considerando que la oferta de ensayos para garantizar la seguridad de los consumidores en el país aún es limitada.
Lo más cercano que puede hacer un empresario nacional es mandar sus productos a Brasil, y eso tiene un costo altísimo, manifiesta la investigadora. Por eso enfocó su estudio hacia las pruebas in vitro para comprobar además el comportamiento que tiene un grupo de moléculas conocidas como ramnolípidos, que se usan como surfactantes suaves en champús y otros productos de cuidado personal.
Esta materia prima se obtiene de un proceso biotecnológico en el que se modifica el ADN de una bacteria para que pierda su capacidad de ocasionar enfermedades y produzca más de esta sustancia (ramnolípidos), que ha mostrado ser interesante para la industria cosmética como alternativa biodegradable y que puede ser más suave para los consumidores, al reducir la irritación en los ojos y la resequedad de la piel.
La magíster quería comprobar estas características para usarlas en la industria colombiana, con pruebas libres de crueldad animal. Inicialmente evaluó el perfil de permeabilidad de la sustancia en la piel, ya que en la literatura científica se había reportado su aplicación para mejorar procesos de cicatrización, aunque su uso principal y sus patentes se han centrado en los productos de limpieza.
El primer interrogante fue si la sustancia traspasaba la piel o no, porque si va a tener una actividad a nivel biológico debería tener cierto grado de permeabilidad”, explica la investigadora, quien para evaluar este factor recurrió a una prueba conocida como “celdas de Franz”, en la que se realizaron montajes de piel de cerdo que fueron sometidos a evaluación histológica, en la cual se analizó la estructura del tejido para identificar posibles cambios en las capas de la piel.
En estos montajes in vitro también se llevó a cabo la valoración de la irritación dérmica, la cual se complementó con cultivos celulares de queratinocitos y fibroblastos, métodos que, según explica la investigadora, aunque no son los que están aprobados en todo el mundo, sí representan una alternativa viable a aplicar con los recursos presentes en el país para hacer este tipo de evaluaciones.
Para evaluar la irritación que podrían causar los ramnolípidos en los ojos se aplicó un método conocido como HET-CAM, aceptado mundialmente como una alternativa al testeo en animales, que se realiza sobre huevos de gallina fértiles para evaluar cómo se comporta la vascularización de la membrana corioalantoidea, la cual es rica en vasos sanguíneos y su comportamiento se puede correlacionar con el del ojo humano.
Esto se complementó con los “ensayos de lisis de glóbulos rojos”, que se hace con sangre de terneros no medicados y que también permiten evaluar la sensibilidad de las células frente a la mezcla comercial del biosurfactante empleado en el estudio.
Entre los resultados obtenidos con estas pruebas se identificó que la mezcla de ramnolípidos no permea la piel, lo que quiere decir que su perspectiva de uso en formulaciones que busquen mejorar la cicatrización no sería viable porque la sustancia no es capaz de atravesar la piel, evitando que haya biodisponibilidad para que ejerza su efecto.
Por otra parte, la sustancia evaluada presentó un buen perfil de irritación en los ojos y en la piel en comparación con otros surfactantes de uso corriente en la industria cosmética, lo que aumenta sus perspectivas de uso en formulaciones dermatológicamente probadas o dirigidas a niños.
Pruebas que se podrían replicar
Foto: Institutocefer |
Para la investigadora Díaz las pruebas no solo funcionan bastante bien en estos estudios que se realizan para garantizar la seguridad del consumidor al caracterizar toxicológicamente las sustancias con las que interactúa, sino que serían fáciles de replicar en las empresas de la industria cosmética nacional, ya que se emplearon materiales económicos y disponibles.
Esto le facilita al pequeño productor colombiano acercarse a dichas pruebas y ofrecer en sus productos un valor agregado en el que garantiza su calidad sin incurrir en sobrecostos al sacarlo del país para que lo evalúen, o hacerlo en paneles de voluntarios de un costo muy alto, comenta.
Además resalta que con este estudio, que fue financiado y desarrollado en cooperación con Belcorp, se abren nuevas perspectivas de investigación para continuar ahondando en las pruebas en explantes de piel de cerdo para evaluar la irritación dérmica, una prueba fácil y económica que puede ser una alternativa a las metodologías recomendadas en todo el mundo.
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