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Una misión de sabios que dejó huella en Colombia / Opinión

Al inicio de la República surgió interés por el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.

En las primeras décadas del siglo XIX, surgió un interés por el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura. Foto: Abel Cárdenas, EL TIEMPO.


Ahora que se habla de la Misión de Sabios, que reúne a un grupo de 43 expertos en diferentes áreas del conocimiento, viene a nuestra memoria la de 1994, integrada por diez intelectuales que tenían como tarea diseñar una carta de navegación para la ciencia, la educación y el desarrollo en Colombia. 

No fue a aquella delegación la primera a la que se encomendó este noble propósito. Al comienzo de la República, en las primeras décadas del siglo XIX, surgió un interés por el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura. Se fundaron colegios, universidades y la Academia Nacional, que después pasaría a ser la Academia de Ciencias.

Antes de la independencia, el desarrollo de la ciencia estuvo enmarcado por la Expedición Botánica, que comenzó en 1783 y se mantuvo durante 30 años. Uno de los que participó fue Francisco Antonio Zea, quien en 1821 recibió la orden del general Santander de organizar una misión científica europea que llegase a Bogotá para fundar una escuela de Minas y un Museo de Ciencias Naturales, entre otros aportes a la ciencia criolla.

Reconocidos científicos de la época se animaron con la noticia de una expedición a Suramérica y, un año más tarde, se firmó el contrato de los cinco miembros seleccionados. Había cierta tensión en el ambiente, y la misión salió en secreto, pues las autoridades francesas no hubieran permitido este apoyo al gobierno revolucionario, que no veían con buenos ojos.

Con la instalación del museo en la antigua casa de la Expedición Botánica, empezaron en 1824 los trabajos de la llamada Misión Boussingault, apellido de uno de sus más destacados integrantes, que luego publicó en la Academia de Ciencias francesa más de 50 artículos.

Aunque la misión fracasó institucionalmente y solo pudo mantenerse hasta 1831, la actividad científica que impulsó fue muy importante, al levantar mapas en varias regiones del país, hacer estudios mineralógicos que dieron paso a los métodos de producción de oro, exploración de volcanes y muchos otros. Lo más importante de esta misión fue que logró conectarse con la sociedad, contribuyendo a crear un ambiente propicio para las ciencias y llevando el conocimiento científico a diferentes rincones de Colombia. Marca un antes y un después en la cultura científica del país, cambiando la imagen que se tenía en Europa.

SANTIAGO VARGAS
Ph. D. en Astrofísica - Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional.

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