Zootecnia y Bioetica en Colombia
La Ley 576 de 2000 establece la potabilidad de la tarjeta profesional para el ejercicio de la zootecnia en Colombia, sin embargo más de la mitad de quienes la ejercen trabajan sin ella y muchos fallan en el cumplimiento del Código de Ética, lo que significa una violación a la ley, que dice que para ejercer cualquiera de las profesiones se debe estar matriculado en el consejo profesional.
Un gran porcentaje de los 27.500 profesionales en las áreas de Medicina Veterinaria y Zootecnia cumplen con su Código de Ética, sin embargo otro porcentaje lo incumple como se ve reflejado en 900 procesos disciplinarios por demandas en el tema de atención y servicios, pues no tienen los protocolos o no manejan historia clínica, según afirma Ramón Correa Nieto, presidente del Consejo Profesional de Medicina Veterinaria y Zootecnia en Colombia, durante un conversatorio sobre bioética que realizado en la Universidad Nacional de Colombia en Palmira.
Correa enfatizó la importancia de cumplir con la Ley 576 de 2000 que menciona la ética de médicos veterinarios y zootecnistas. Allí se hace referencia a la responsabilidad en la atención de los animales, la relación con colegas, con los productores, la calidad y tiempo que se da al paciente y en que la atención sea adecuada de acuerdo con lo que necesita ese organismo vivo.
Bioética y ética
Es por ello que Carlos Alberto Martínez Chamorro, magíster en Bioética y candidato a doctor en Ciencias Agropecuarias de la U.N. en Palmira, propone la bioética como una alternativa para proteger y respetar la fauna silvestre.
Martínez sostiene que la bioética en la fauna silvestre se ha enfocado en la reflexión acerca de tres problemas: el desconocimiento de la norma y los manejos inadecuados de los animales; el tráfico ilegal de animales que se salta las talanqueras legales contribuyendo a que no sean judicializados; y la falta de entrenamiento de las personas que trabajan en ciudades y que atienden fauna silvestre sin saben manejar los animales causando un daño.
Y no es para menos, pues el tráfico de fauna silvestre es el tercer negocio más lucrativo que existe en el mundo, ante lo cual es necesario crear una reflexión alrededor de las propuestas éticas en la fauna.