La mutación genética que hizo posible la construcción de los rascacielos de Nueva York
La falta de vértigo de los indios mohawks, bautizados como las «águilas de la construcción», fue clave en el perfil de Manhattan.
«Lunch atop a Skyscraper» (Almuerzo en lo alto de un rascacielos) - Wikipedia |
El ser humano está
genéticamente programado para sentir miedo, es nuestro ADN el que despierta la
respuesta de temor ante potenciales peligros. La fobia a las alturas
–acrofobia– es una de las más comunes entre la población general, a pesar de
que hay personas que son inexplicablemente inmunes al vértigo. Entre ellas
habría que citar a Philippe Petit, un funambulista francés soberbio y
narcisista, que alcanzó gran repercusión mediática en 1974 cuando cruzó sobre un
cable la distancia que separaba las Torres Gemelas del World Trade Center, en
Nueva York.
A pesar de que Chicago fue
pionera en el diseño de los rascacielos, fue en Nueva York donde
tuvieron su mayor desarrollo. Ejércitos de forjadores, albañiles, soldadores y
carpinteros trabajaron sin descanso, soportando los rigores del invierno, las
elevadas temperaturas estivales y la peligrosidad de la construcción, para
erigir estos mastodontes de acero.
Se calcula que fueron 9.000
los trabajadores que levantaron el Empire State Building, el que durante
mucho tiempo fue el edificio más alto del mundo, en tan sólo un año y 45 días.
La mayoría eran inmigrantes huidos del Viejo Continente tras el desastre de la
Primera Guerra Mundial en busca del sueño americano. La plantilla también
contaba con cientos de trabajadores indios mohawks, procedentes de la
reserva de Kahnawak (Montreal, Canadá). Estos indios habían demostrado su
pericia en las alturas durante la construcción del puente que atravesaba el río
St. Lawrence, en el territorio de Mohawk.
Sus salientes pómulos, su
piel cobriza, su altiva forma de caminar y su aplomo para transitar por las
vigas de acero suspendidas a cientos de metros de altitud les hacían
inconfundibles. La falta de vértigo de estos indios, probablemente por una
mutación genética, hizo que se ganaran el sobrenombre reverencial de “águilas
de la construcción”.
¿Quién no recuerda la
fotografía «Lunch atop a Skyscraper» (Almuerzo en lo alto de un rascacielos)?
Fue tomada el 20 de septiembre de 1932, en plena recesión económica, mientras
se construía el RCA –dentro del Rockefeller Center- por el fotógrafo
Charlie Clyde Ebbets. La imagen capta a once obreros almorzando sobre una viga
en el piso 69 –a unos 244 metros del suelo-, tras ellos se puede contemplar el
opulento Manhattan. Los trabajadores no cuentan con ningún sistema de seguridad
ni arnés, reflejo de la situación laboral del momento.
Baja siniestralidad laboral
Para ser fieles a la verdad,
no todos los que aparecen en la foto eran indios mohawks. El trabajador que
aparece más a la derecha, con una botella en la mano, se llamaba Sonny Glynn y
era irlandés, la misma nacionalidad de Matty O`Shaughnessy, el que aparece
encendiendo un cigarrillo en el otro extremo de la imagen.
La verdad es que los mohawks
no tuvieran vértigo a las alturas, fue una verdadera suerte para los
constructores de los rascacielos, por un parte les ahorró mucho dinero y, por
otra, hubo una menor siniestralidad. Es verdaderamente sorprendente que en la
construcción del Empire State Building tan sólo fallecieran por accidente
laboral cinco personas.
Se cuenta, y esto entra
dentro de la leyenda, que al finalizar la jornada y encaramados a los tablones
se reunían los mohawks para jugarse a las cartas su salario, unos dos dólares
por hora.
El que no habría podido
subirse a los rascacielos en construcción habría sido Scottie Ferguson, un
detective de policía de San Francisco aquejado de acrofobia tras
sufrir un accidente en el que murió un compañero al intentar rescatarle de un
tejado. Este personaje es uno de los protagonistas de “Vértigo” (1958), del
genial director inglés Alfred Hitchcock.
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