La revolución del biohacking
La ciencia de andar por casa cambiará nuestra forma de vivir y relacionarnos.
A priori, la palabra nos resulta chocante. ¿“Biohacking”? Biología + hacking. Dos palabras que resumen una nueva práctica científica en la que los que forman parte de ella convierten sus propios organismos o el de otros seres vivos en auténticos laboratorios de andar por casa: el objetivo no es otro que ampliar las capacidades del ser humano, físicas y mentales.Partiendo de la base de que el organismo es una máquina simple que, por supuesto, puede mejorarse, los biohackers experimentan de las formas más variopintas: desde la secuenciación de genomas a la implantación de dispositivos electrónicos subdérmicos o incluso poniendo a prueba el organismo con ensayos físicos directos como la exposición de elementos químicos.
Si ya nos hemos acostumbrado a hablar de las wearable technologies (tecnologías ponibles o vestibles), podríamos decir que el biohacking es su versión más transgresora y vanguardista. Además, en vez de llevar el dispositivo de forma externa, lo llevaríamos internamente, pero el objetivo seguiría siendo el mismo, con la salvedad de que en vez de disponer de un objeto más que llevar encima, lo llevaríamos implantado en nuestro organismo para ayudarnos de mil y una formas en nuestro día a día, en las actividades más ordinarias, como a la hora de practicar nuestro deporte favorito o realizar nuestro entrenamiento diario.
El dispositivo Circadia (Project HELEDD) o los Tech Tats (tatuajes tecnológicos) de la empresa Chaotic Moon son un buen ejemplo de ello. Estos tatuajes hechos a partir de una tinta electroconductora, un microcontrolador y una serie de leds (todo absolutamente personalizable) controlan nuestras constantes y envían los resultados a nuestro teléfono móvil. Aunque también podrían utilizarse -previa evolución de esta tecnología- para abrir la puerta del coche, de la casa o el garaje o incluso geolocalizar a personas extraviadas (ancianos con demencia que deambulan por las calles sin acordarse de cómo volver a casa). Las posibilidades en nuestro día a día son muchas.
Otra conocida compañía es GrindHouse Wetware que también desarrolla dispositivos tecnológicos para implantarlos en organismos vivos; gracias a ellos podremos conocer nuestras pulsaciones por minuto o si tenemos fiebre.
Los orígenes del biohacking
Esta ciencia ciudadana no es nueva: nació hace más de una década en Estados Unidos. La investigadora Meredith Patterson es la autora del Manifiesto del Biohacking. Patterson desarrolló bacterias modificadas genéticamente que se iluminaban al contacto con la melamina, una sustancia química letal para los humanos y que en el pasado se utilizaba para adulterar alimentos para mascotas y para humanos (como algunos productos lácteos de países asiáticos). Estas bacterias fueron modificadas a través del ADN de las medusas para teñirse de color verde ante la presencia de melamina, lo que ayudó a salvar muchas vidas.
Desde entonces no han parado de surgir grupos afines por todo el mundo. Este deseo de alfabetización científica de la sociedad también tiene su semilla en España. En Barcelona hay un colectivo de biológos alternativos o biohackers bastante activo y que existe desde hace más de un año. Se conocen como DIYBio Barcelona: "Estoy convencida que el pensamiento crítico y lógico es un efecto secundario inevitable de hacer experimentos. Cualquiera que tenga una buena pregunta científica teniendo la ayuda y un lugar para poder abordarla, aprendería de forma natural a diseñar un experimento correctamente y vería por sí mismo qué conclusiones pueden extraerse de los resultados y cuáles no", explica Núria Conde Pueyo, de DIYBio Barcelona.
En este grupo del que también forman parte Daniel Grajales, Esteban Martín, Alvaro Jansá y José Huerto, la actividad no cesa. Aparte de haber participado en la Biohack Academy, impartido talleres sobre cómo montar un mini-micoscopio o usar arduino, han logrado una beca conjunta otorgada por el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB) y Hangar.org (Centro de producción e investigación de artes visuales) para mejorar el equipamiento del biohack lab y poder acoger a artistas que quieran desarrollar proyectos que conjuguen el arte y la ciencia como GynePunk.
"El movimiento DIYBio representa una nueva manera de hacer ciencia. No solo eso, sino que nuestros esfuerzos comunicativos democratizan su acceso. La filosofía y la metodología usadas ofrecen una alternativa a la biotecnología institucional que, podría conducir a mejoras que repercutan en la calidad de vida de la población", sentencia Conde.
En la capital de España también existe el grupo DIYBio Madrid, aunque con menos actividad que el anterior. Ambas agrupaciones tienen su origen en la institución DIYbio.org fundada en 2008.
Aunque, a nivel nacional, aún está en ciernes esta disciplina, tiene visos de convertirse en una práctica más que habitual en nuestro país y en todo el planeta, que cambiará la forma en la que nos relacionamos y vivimos..
En Estados Unidos
En Estados Unidos, el campo del biohacking ha dado saltos de gigante. En 2016, el Centro de Convenciones de Pasadena en California acogerá por cuarto año consecutivo ya, la Reunión Anual de Bulletproof Biohacking en la que participarán expertos en células madre o epigenética en un evento para vivir y respirar con la elite del biohacking mundial (los pases VIP para el evento cuestan 2.500 dólares). Su fundador es Dave Asprey, un emprendedor tecnológico que ha pasado más de dos décadas -e invertido más de 300.000 dólares- hackeando su propio organismo. Este evento es solo una muestra: Biohacker Summit, Biohacker BA o incluso en CEBIT, la feria de exposición de ordenadores, tecnologías de la información, telecomunicaciones, software y servicios más importante del mundo; también hizo hueco para una conferencia sobre el tema, titulada “Cyborgs y el ascenso del biohacking”.
Hackteria, Biotweaking, Genomes Unzziped, Biobricks son algunas de las organizaciones que apoyan de alguna forma esta biología sintética, pero pronto serán muchas más.
El sueño de la biología sintética
Así, llevando la creatividad a la vida, fundiendo el cuerpo humano con la tecnología (o contaminando nuestra evolución biológica, según se mire)... El sueño de la biología sintética nos acerca la visión más personal y osada del internet de las cosas. ¿Dejaremos de depender de todo este amplio abanico de dispositivos y pasaremos a llevarlos puestos insertados en nuestro interior? Con el tiempo lo averiguaremos, pero está claro que existe un paso obligado, conseguir un aumento en el nivel de tolerancia hacia la biotecnología entre la población. Lo siguiente, igual modifica nuestra ecuación vital: ¿carne + hueso... + silicio?
En un mundo en el que la tecnología ha pasado a formar parte crucial de nuestras vidas; un componente sin el que muchos no concibimos nuestros días actuales, ha comenzado a abrirse paso, más tímidamente en España -pero no por ello menos relevante-, una tendencia científica que puede revolucionar la ciencia tal y como la conocemos, tal y como la vivimos, pues exige de una comunión íntima entre el practicante y el propio instrumento tecnológico. Hablamos de biohacking.
A priori, la palabra nos resulta chocante. ¿“Biohacking”? Biología + hacking. Dos palabras que resumen una nueva práctica científica en la que los que forman parte de ella convierten sus propios organismos o el de otros seres vivos en auténticos laboratorios de andar por casa: el objetivo no es otro que ampliar las capacidades del ser humano, físicas y mentales.Partiendo de la base de que el organismo es una máquina simple que, por supuesto, puede mejorarse, los biohackers experimentan de las formas más variopintas: desde la secuenciación de genomas a la implantación de dispositivos electrónicos subdérmicos o incluso poniendo a prueba el organismo con ensayos físicos directos como la exposición de elementos químicos.
Si ya nos hemos acostumbrado a hablar de las wearable technologies (tecnologías ponibles o vestibles), podríamos decir que el biohacking es su versión más transgresora y vanguardista. Además, en vez de llevar el dispositivo de forma externa, lo llevaríamos internamente, pero el objetivo seguiría siendo el mismo, con la salvedad de que en vez de disponer de un objeto más que llevar encima, lo llevaríamos implantado en nuestro organismo para ayudarnos de mil y una formas en nuestro día a día, en las actividades más ordinarias, como a la hora de practicar nuestro deporte favorito o realizar nuestro entrenamiento diario.
El dispositivo Circadia (Project HELEDD) o los Tech Tats (tatuajes tecnológicos) de la empresa Chaotic Moon son un buen ejemplo de ello. Estos tatuajes hechos a partir de una tinta electroconductora, un microcontrolador y una serie de leds (todo absolutamente personalizable) controlan nuestras constantes y envían los resultados a nuestro teléfono móvil. Aunque también podrían utilizarse -previa evolución de esta tecnología- para abrir la puerta del coche, de la casa o el garaje o incluso geolocalizar a personas extraviadas (ancianos con demencia que deambulan por las calles sin acordarse de cómo volver a casa). Las posibilidades en nuestro día a día son muchas.
Otra conocida compañía es GrindHouse Wetware que también desarrolla dispositivos tecnológicos para implantarlos en organismos vivos; gracias a ellos podremos conocer nuestras pulsaciones por minuto o si tenemos fiebre.
Los orígenes del biohacking
Esta ciencia ciudadana no es nueva: nació hace más de una década en Estados Unidos. La investigadora Meredith Patterson es la autora del Manifiesto del Biohacking. Patterson desarrolló bacterias modificadas genéticamente que se iluminaban al contacto con la melamina, una sustancia química letal para los humanos y que en el pasado se utilizaba para adulterar alimentos para mascotas y para humanos (como algunos productos lácteos de países asiáticos). Estas bacterias fueron modificadas a través del ADN de las medusas para teñirse de color verde ante la presencia de melamina, lo que ayudó a salvar muchas vidas.
Desde entonces no han parado de surgir grupos afines por todo el mundo. Este deseo de alfabetización científica de la sociedad también tiene su semilla en España. En Barcelona hay un colectivo de biológos alternativos o biohackers bastante activo y que existe desde hace más de un año. Se conocen como DIYBio Barcelona: "Estoy convencida que el pensamiento crítico y lógico es un efecto secundario inevitable de hacer experimentos. Cualquiera que tenga una buena pregunta científica teniendo la ayuda y un lugar para poder abordarla, aprendería de forma natural a diseñar un experimento correctamente y vería por sí mismo qué conclusiones pueden extraerse de los resultados y cuáles no", explica Núria Conde Pueyo, de DIYBio Barcelona.
En este grupo del que también forman parte Daniel Grajales, Esteban Martín, Alvaro Jansá y José Huerto, la actividad no cesa. Aparte de haber participado en la Biohack Academy, impartido talleres sobre cómo montar un mini-micoscopio o usar arduino, han logrado una beca conjunta otorgada por el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB) y Hangar.org (Centro de producción e investigación de artes visuales) para mejorar el equipamiento del biohack lab y poder acoger a artistas que quieran desarrollar proyectos que conjuguen el arte y la ciencia como GynePunk.
"El movimiento DIYBio representa una nueva manera de hacer ciencia. No solo eso, sino que nuestros esfuerzos comunicativos democratizan su acceso. La filosofía y la metodología usadas ofrecen una alternativa a la biotecnología institucional que, podría conducir a mejoras que repercutan en la calidad de vida de la población", sentencia Conde.
En la capital de España también existe el grupo DIYBio Madrid, aunque con menos actividad que el anterior. Ambas agrupaciones tienen su origen en la institución DIYbio.org fundada en 2008.
Aunque, a nivel nacional, aún está en ciernes esta disciplina, tiene visos de convertirse en una práctica más que habitual en nuestro país y en todo el planeta, que cambiará la forma en la que nos relacionamos y vivimos..
En Estados Unidos
En Estados Unidos, el campo del biohacking ha dado saltos de gigante. En 2016, el Centro de Convenciones de Pasadena en California acogerá por cuarto año consecutivo ya, la Reunión Anual de Bulletproof Biohacking en la que participarán expertos en células madre o epigenética en un evento para vivir y respirar con la elite del biohacking mundial (los pases VIP para el evento cuestan 2.500 dólares). Su fundador es Dave Asprey, un emprendedor tecnológico que ha pasado más de dos décadas -e invertido más de 300.000 dólares- hackeando su propio organismo. Este evento es solo una muestra: Biohacker Summit, Biohacker BA o incluso en CEBIT, la feria de exposición de ordenadores, tecnologías de la información, telecomunicaciones, software y servicios más importante del mundo; también hizo hueco para una conferencia sobre el tema, titulada “Cyborgs y el ascenso del biohacking”.
Hackteria, Biotweaking, Genomes Unzziped, Biobricks son algunas de las organizaciones que apoyan de alguna forma esta biología sintética, pero pronto serán muchas más.
El sueño de la biología sintética
Así, llevando la creatividad a la vida, fundiendo el cuerpo humano con la tecnología (o contaminando nuestra evolución biológica, según se mire)... El sueño de la biología sintética nos acerca la visión más personal y osada del internet de las cosas. ¿Dejaremos de depender de todo este amplio abanico de dispositivos y pasaremos a llevarlos puestos insertados en nuestro interior? Con el tiempo lo averiguaremos, pero está claro que existe un paso obligado, conseguir un aumento en el nivel de tolerancia hacia la biotecnología entre la población. Lo siguiente, igual modifica nuestra ecuación vital: ¿carne + hueso... + silicio?