Un país muy diverso.
El país debe fomentar la investigación en temas de biodiversidad si quiere crecer de manera sostenible y preservar su riqueza natural.
El mono tití cabeciblanco que habita los bosques del noroccidente colombiano, es uno de los 25 primates en peligro de extinción. Foto: A.F.P.
El próximo 22 de mayo se conmemora el Día de la Biodiversidad y, como es costumbre, esta fecha se utiliza para recordar que Colombia, uno de los países más heterogéneos del mundo, posee más del 10 por ciento de la variedad del planeta, y que en su territorio, el cual ocupa tan solo el 1 por ciento de la superficie de la Tierra, hay 300 tipos de ecosistemas.
Aunque cada semana hay muchas noticias negativas en torno a la descomposición del medioambiente, como la minería ilegal, la tala de selvas o el deterioro de las cuencas hídricas, un análisis más profundo muestra que, si bien el país tiene que hacer grandes esfuerzos para mejorar la preservación de la biodiversidad, también ha hecho grandes avances al respecto.
Como lo destaca el PNUD, desde que en 1994 Colombia ratificó el Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, el país tiene preservado el 43 por ciento de su territorio bajo alguna categoría de conservación, cifra bastante alta si se tiene en cuenta que “solo el 12 por ciento del planeta se encuentra bajo algún tipo de protección”. En Suramérica este porcentaje asciende al 22 por ciento.
Además, varios expertos señalan que en 2012, cuando fue expedida la Política Nacional para la Gestión Integral de la Biodiversidad y sus Servicios Ecosistémicos, el Estado dio uno de los pasos más importantes para construir un marco normativo general para preservar la biodiversidad. Según Juan Ricardo Gómez, profesor del departamento de Ecología y Territorio de la Universidad Javeriana, la importancia de esta política radica en mostrar que “la preocupación por la biodiversidad y su funcionamiento no es exclusiva de los ambientalistas y científicos naturales, sino que es una expresión de la sociedad en su conjunto”. Esto, porque en su discusión participaron diferentes sectores productivos del país, la academia, la política y “las voces de grupos tradicionalmente marginados en este tipo de esfuerzos, campesinos, comunidades negras e indígenas”.
Aunque esta política es un gran avance, la profesora María Ángela Echeverry, directora de la Maestría en Conservación y Uso de Biodiversidad de la Universidad Javeriana, afirma que “estamos en mora de pasar de ese marco general a acciones específicas. Por ejemplo, no hemos comenzado a hacer una valoración sistemática de los servicios ecosistémicos de los que nos beneficiamos los seres humanos, como la regulación hídrica que hace la naturaleza”.
Aumentar el conocimiento sobre la biodiversidad del país es uno de los mayores retos del Estado y la sociedad colombiana para los próximos años. Como explica Gómez, ese estudio “no solo se restringe a clasificar las especies que viven o visitan nuestro territorio, sino que tiene que ver con el modo como los grupos humanos han entretejido relaciones con los distintos ecosistemas, y cómo podemos mantener y desarrollar nuevos usos de manera sostenible de esa biodiversidad”.
De hecho, la variedad utilizada de manera sostenible puede convertirse en una ventaja que dinamice el crecimiento económico y el desarrollo social del país. Sin embargo, los expertos consideran que usarla con fines económicos es un asunto que hay que tratar con cuidado, pues “no podemos reducirla a un mero producto, pero tampoco podemos irnos al otro extremo en donde preservarla signifique no hacer ningún uso de ella”, explica Echeverry.
Por eso, el gobierno, en su interés por aumentar el conocimiento acerca de la biodiversidad y de sus posibilidades, lanzará Colombia Bio el 21 de mayo en Putumayo. Este proyecto, liderado por Colciencias, y que cuenta con el apoyo del Instituto Humboldt no solo promoverá su conocimiento científico. También fortalecerá la investigación dirigida a identificar organismos vivos, genes o productos derivados con potencial para producir bienes y servicios aplicables en los sectores de salud y agricultura, con el fin de contribuir al crecimiento económico del país.
Propuestas como esta muestran que a pesar de los grandes problemas que enfrenta el medioambiente, instituciones del Estado colombiano, universidades, ONG y centros de investigación están trabajando en conjunto para salvaguardar la biodiversidad, sin perder el interés por el desarrollo.
El mono tití cabeciblanco que habita los bosques del noroccidente colombiano, es uno de los 25 primates en peligro de extinción. Foto: A.F.P.
El próximo 22 de mayo se conmemora el Día de la Biodiversidad y, como es costumbre, esta fecha se utiliza para recordar que Colombia, uno de los países más heterogéneos del mundo, posee más del 10 por ciento de la variedad del planeta, y que en su territorio, el cual ocupa tan solo el 1 por ciento de la superficie de la Tierra, hay 300 tipos de ecosistemas.
Aunque cada semana hay muchas noticias negativas en torno a la descomposición del medioambiente, como la minería ilegal, la tala de selvas o el deterioro de las cuencas hídricas, un análisis más profundo muestra que, si bien el país tiene que hacer grandes esfuerzos para mejorar la preservación de la biodiversidad, también ha hecho grandes avances al respecto.
Como lo destaca el PNUD, desde que en 1994 Colombia ratificó el Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, el país tiene preservado el 43 por ciento de su territorio bajo alguna categoría de conservación, cifra bastante alta si se tiene en cuenta que “solo el 12 por ciento del planeta se encuentra bajo algún tipo de protección”. En Suramérica este porcentaje asciende al 22 por ciento.
Además, varios expertos señalan que en 2012, cuando fue expedida la Política Nacional para la Gestión Integral de la Biodiversidad y sus Servicios Ecosistémicos, el Estado dio uno de los pasos más importantes para construir un marco normativo general para preservar la biodiversidad. Según Juan Ricardo Gómez, profesor del departamento de Ecología y Territorio de la Universidad Javeriana, la importancia de esta política radica en mostrar que “la preocupación por la biodiversidad y su funcionamiento no es exclusiva de los ambientalistas y científicos naturales, sino que es una expresión de la sociedad en su conjunto”. Esto, porque en su discusión participaron diferentes sectores productivos del país, la academia, la política y “las voces de grupos tradicionalmente marginados en este tipo de esfuerzos, campesinos, comunidades negras e indígenas”.
Aunque esta política es un gran avance, la profesora María Ángela Echeverry, directora de la Maestría en Conservación y Uso de Biodiversidad de la Universidad Javeriana, afirma que “estamos en mora de pasar de ese marco general a acciones específicas. Por ejemplo, no hemos comenzado a hacer una valoración sistemática de los servicios ecosistémicos de los que nos beneficiamos los seres humanos, como la regulación hídrica que hace la naturaleza”.
Aumentar el conocimiento sobre la biodiversidad del país es uno de los mayores retos del Estado y la sociedad colombiana para los próximos años. Como explica Gómez, ese estudio “no solo se restringe a clasificar las especies que viven o visitan nuestro territorio, sino que tiene que ver con el modo como los grupos humanos han entretejido relaciones con los distintos ecosistemas, y cómo podemos mantener y desarrollar nuevos usos de manera sostenible de esa biodiversidad”.
De hecho, la variedad utilizada de manera sostenible puede convertirse en una ventaja que dinamice el crecimiento económico y el desarrollo social del país. Sin embargo, los expertos consideran que usarla con fines económicos es un asunto que hay que tratar con cuidado, pues “no podemos reducirla a un mero producto, pero tampoco podemos irnos al otro extremo en donde preservarla signifique no hacer ningún uso de ella”, explica Echeverry.
Por eso, el gobierno, en su interés por aumentar el conocimiento acerca de la biodiversidad y de sus posibilidades, lanzará Colombia Bio el 21 de mayo en Putumayo. Este proyecto, liderado por Colciencias, y que cuenta con el apoyo del Instituto Humboldt no solo promoverá su conocimiento científico. También fortalecerá la investigación dirigida a identificar organismos vivos, genes o productos derivados con potencial para producir bienes y servicios aplicables en los sectores de salud y agricultura, con el fin de contribuir al crecimiento económico del país.
Propuestas como esta muestran que a pesar de los grandes problemas que enfrenta el medioambiente, instituciones del Estado colombiano, universidades, ONG y centros de investigación están trabajando en conjunto para salvaguardar la biodiversidad, sin perder el interés por el desarrollo.