Nace la Red Colombiana de Mujeres Científicas
Son la tercera parte de la población de científicos de Colombia, pero pocas llegan a ocupar cargos directivos. Algunas de ellas se organizaron para cambiar esa historia.
La mexicana Isabel Hubard es parte del grupo de 20 mujeres que aparecen en el libro “Jóvenes científicas”. / Cortesía
“El principal reto de ser mujer es encontrar el equilibrio entre la familia y la demanda de tiempo que exige una carrera académica”, dice Maydianne Andrade, bióloga evolutiva canadiense. “Compaginar ciencia y familia es difícil”, asegura Cristina Dorador, chilena dedicada al estudio de los microorganismos en los ecosistemas. “He logrado combinar mi vida familiar con mi quehacer científico… El reto ha sido difícil y sacrificado, pero muy satisfactorio”, son las palabras de la tica Teresa Escalante, científica experta en toxinas, mientras Isabel Hubard, matemática mexicana, confiesa: “Para las mujeres es muy complicado compaginar la vida profesional con la familiar, pues generalmente sacrifican alguna. Considero que muy pocas han logrado ser científicas exitosas al tiempo de estar muy cerca de sus hijos y de su pareja”.
Los relatos de vida de veinte mujeres científicas de las Américas, desde Canadá hasta Argentina, demuestran que el rol que cumplen como esposas, madres e hijas sí es un factor que influye en sus carreras y hace que su desempeño como investigadoras no sea tan visible como el de sus colegas masculinos.
Son historias de vida recogidas en el libro Jóvenes científicas, un futuro brillante para las Américas, de la Red Interamericana de Academias de Ciencias (Ianas, por sus siglas en inglés), presentado en la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, el cual busca incentivar en las niñas la opción de dedicar su vida profesional a la investigación científica y surge de la preocupación por la falta de más mujeres que se dediquen a la ciencia. De acuerdo con reciente informe de Unesco, el 44 % de los científicos en América Latina y el Caribe son mujeres, pero ellas no siempre son las que lideran, ni las que llegan a los cargos directivos.
Las cifras colombianas
El Observatorio de Ciencia y Tecnología reporta que las mujeres conforman un poco más de la tercera parte de los investigadores activos del país (37 %) y de quienes actúan como líderes (34 %) de los casi 4.000 grupos de investigación registrados en Colciencias.
Un cálculo acumulado de los años 2004 a 2013 demuestra que son más las mujeres que investigan en ciencias médicas y de la salud (57 % mujeres y 43 % hombres) y en las ciencias sociales están casi 50/50. En ingenierías y tecnologías, 32 % son mujeres y 68 % hombres, y en humanidades, ciencias naturales y exactas, y ciencias agrícolas, alrededor del 43 % son mujeres y 57 % hombres.
Pero lo que preocupa a la Red Colombiana de Mujeres Científicas, que recién acaba de formalizar su creación, no es sólo que son menos, sino que son poco visibles y están menos representadas en los cargos de toma de decisiones. Además, dicen, cuando llegan dos hojas de vida a un laboratorio y están compitiendo un hombre y una mujer, por lo general seleccionan al hombre. ¿Por qué?, se preguntan. Los estudiosos del tema de género, hombres y mujeres, llaman a este fenómeno el “techo de cristal”, que se presenta en todo el planeta. “La mujer va haciendo carrera, trabaja, investiga, publica, y cuando uno se da cuenta, los que llegan a ser jefes son casi siempre hombres”, explica Ángela Camacho, física y presidenta de la Red. “Cuando la competencia se pone pesada, la mujer se retira y el hombre es el que sigue”. Su vicepresidenta, la inmunóloga Susana Fiorentino, la secunda: aunque confiesa que nunca en su carrera se ha sentido discriminada, “sí hay discriminación, pero no porque nadie quiera discriminar a nadie”. Otra de las 18 miembros de la Red dice: “No es que los hombres sean malos, es que ni siquiera se dan cuenta”.
Pero la situación está cambiando. Camacho cree que los hombres se están amoldando a una nueva situación más igualitaria. Se están dando cuenta de que la mujer “tiene otras actitudes y maneras de ver el mundo”, lo que hace que su contribución a la ciencia desde una perspectiva distinta sea valiosa. Las niñas de las nuevas generaciones “la tienen más fácil, aunque todavía no caminan sobre tapete rojo”, dice.
El reto de conquistar espacios
A la hora de los reconocimientos, de los 872 científicos premiados con el Nobel entre 1901 y 2015, solo el 6 % del galardón ha llegado a las mujeres (ver cuadro). Y son varias las que la historia recuerda por sus descubrimientos, pero el Nobel se lo han entregado a sus colegas hombres, como ha sido el caso de la astrónoma Cecilia Payne, que descubrió la composición del sol; la pediatra Marthe Gautier, que descubrió la causa del síndrome de Down; la física Lisa Meitner, por sus experimentos en fisión nuclear, o la médica patóloga y epidemióloga colombiana Nubia Muñoz, por identificar el virus del papiloma humano (VPH), que causa varios tipos de cáncer.
Ellas, como las veinte científicas del continente americano, seguramente se enfrentaron o han enfrentado obstáculos y frustraciones, como la falta de apoyo “para continuar con su carrera profesional, por sus familias, amigos y colegas, debido a que creen que ellas no podrán competir con los hombres, lo cual es una noción preconcebida y un mito”, dice la brasileña Solange Binotto, investigadora de nanomateriales de carbono.
En los relatos del libro coinciden en que una de las principales características que las hará triunfar es la creatividad; la mayoría de ellas están casadas con científicos; las hay hijas de científicos, así como de campesinos. A la hora de escoger, la mayoría no duda en que la familia es lo primero. Pero son apasionadas por su trabajo: “La investigación es clave porque, más que un oficio, es un estilo de vida audaz”, concluye la matemática cubana experta en quimiometría Noslen Hernández.