Gobierno busca una nueva cultura de la biodiversidad
Autora de Nueva Política Nacional para la Gestión Integral de la Biodiversidad explica los alcances.
Desde hace más de tres años, Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, comenzó a elaborar desde la Universidad Javeriana una Política Nacional para la Gestión Integral de la Biodiversidad para el país. Hace poco, logró ponerle punto final con la ayuda de funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente; Germán Andrade, de la Universidad de los Andes; Lorena Franco, de la Fundación Humedales, y con el apoyo financiero de la embajada del Reino de los Países Bajos. Esta semana fue lanzada por el Gobierno.
¿Resulta irónico pensar que el país, potencia en recursos, no tuviera una estrategia que nos planteara cómo usarlos?
¿Resulta irónico pensar que el país, potencia en recursos, no tuviera una estrategia que nos planteara cómo usarlos?
Internacionalmente era una falta grave. Colombia, a pesar de ser potencia natural, no le había dicho al mundo qué hacía con su biodiversidad, ni había revelado su plan para ejecutar sus compromisos internacionales, como por ejemplo los adquiridos en el Convenio de Diversidad Biológica, que obliga a todos los países a definir y cumplir objetivos de conservación, como la creación o ampliación de nuevas áreas protegidas.
¿Estábamos perdiendo credibilidad?
Sí, cuando hablábamos en escenarios internacionales ya nos miraban con cierto sarcasmo, porque nos enorgullecíamos de nuestra biodiversidad, de algunas acciones que acometíamos internamente, pero no estábamos mostrando cuál era nuestra verdadera intención como país frente a toda esa riqueza que poseemos; unos recursos que frente a la crisis planetaria ya han dejado de ser solo de interés local (la Amazonia, por ejemplo), para convertirse en patrimonio de la humanidad.
¿Cuál es el costo interno de no haber tenido una política nacional?
Hemos perdido más de una década (2000 y 2010) para desarrollar nuestra bioprospección y biotecnología. No logramos destrabar permisos para acceder a recursos genéticos y los científicos sienten que su conocimiento es cada vez mas difícil de obtener, más difícil de socializar y menos tenido en cuenta para tomar decisiones. A eso se suma que los sectores productivos están atentando contra su propio interés al destruir ecosistemas claves, porque al fin y al cabo la biodiversidad y los ecosistemas son el fundamento del bienestar humano.
Quieren que el sector ambiental deje de ser un palo en la rueda...
El sector ambiental nunca ha sido un palo en la rueda, diría que algunas visiones del desarrollo sí han sido un verdadero palo en la rueda y, además, un palo en la rueda de la vida.
¿Cuál es el enfoque de esta nueva política?
La idea es que en adelante la biodiversidad se gestione de forma integral. Que haya espacio para la preservación, pero también que dé oportunidades de desarrollo. No buscamos que se haga investigación, aprovechamiento o conservación por aparte, o solo una de esas tres. Todo eso debe hacerse, pero integralmente, con coordinación intersectorial. Esta no es una política conservacionista, sino que entiende que trabajar en conjunto genera opciones de manejo. Abre espacios de diálogo, invita a participar a quienes están hablando de desarrollo sostenible. Construye un sector ambiental mucho más maduro.
¿Cómo garantizar eso, si la política para la biodiversidad no tiene fuerza de ley?
Con gestión. La biodiversidad, su protección y uso deben convertirse en base de las decisiones de ministerios como los de Agricultura, Minas, Transporte e incluso Defensa. Este último debe entender que el deterioro ambiental puede ser, a la larga, un problema de orden público, puede generar polarización y causar un proceso disociador, basta mirar el caso Cauca.
¿Podemos esperar cambios drásticos en desarrollo sostenible?
No podemos ser utópicos: pedirle a la agroindustria que sea absolutamente sostenible de aquí al 2015, por ejemplo, no se podría cumplir. Estamos planteando que algunos sectores de la agroindustria, de aquí a tres años, hayan incorporado algunos patrones de protección a la biodiversidad; es mejor ir paso a paso.
¿Cuál es el componente clave de la nueva política?
El tema más grande es la definición de un nuevo ordenamiento territorial para el país. Es necesario redistribuir, en muchos lugares, las actividades productivas, el crecimiento urbano. Que la construcción de nuevas infraestructuras no contribuya al deterioro ambiental. También es fundamental la estructuración ecológica del desarrollo, con cuencas y macrocuencas reorganizadas.
¿Hay interés por la gente?
La conciencia ciudadana tiene un capítulo especial. La gente debe apropiarse del carácter biodiverso de Colombia, entenderlo y valorarlo, esto es, construir una nueva cultura de la biodiversidad.
¿Biodiversidad al servicio de la gente o gente al servicio de la biodiversidad?
No podemos paralizar el aprovechamiento de la biodiversidad. Hoy hay muchos jóvenes conscientes del medio ambiente, de su cuidado, pero ese efecto toca matizarlo y no idealizarlo. Tenemos que aprovechar la cantidad de recursos, nuevos materiales, fibras, frutales... Debe haber coherencia entre la locomotora de la innovación y de la biodiversidad. Debemos construir un país que use su biodiversidad, de lo contrario otros van a terminar usándola por nosotros, como ya ocurre, por ejemplo, con los peces ornamentales: vienen personas de Tailandia, Myanmar o República Checa, pagan derechos de exportación para sacarlos del país y luego vemos que los venden modificados, en otros sitios y a nosotros mismos.
¿En dónde queda la protección?
Para algunos expertos, tener ecosistemas fuertes es clave para que puedan enfrentar el cambio climático y otras amenazas. Hay que aumentar las zonas protegidas, pero tenemos que demostrar manejos eficientes, dejar la retórica, no decirnos más mentiras y no crear más parques nacionales de papel. Somos el país de la biodiversidad, pero no estamos haciendo bien la tarea: hay deforestación, procesos de extinción de especies, usos equivocados de los ecosistemas y abusos sobre muchos de ellos.
¿Cuál puede ser el principal error que comete el país al proteger sus ecosistemas?
Emitir normas y leyes como si el territorio fuera homogéneo. Por ejemplo, las regiones Andina y Caribe requieren procesos de restauración, pero la Orinoquia, de ordenamiento y diseño ecológico (para tener claro cómo la vamos a aprovechar sin que termine únicamente dirigida a fines productivistas y económicos).
El Chocó exige ordenamiento minero frente a sus recursos forestales y la Amazonia, un fortalecimiento de la conservación y búsqueda de un pago por sus servicios ambientales, como ya se han planteado internacionalmente. Esta nueva política propone una gestión diferenciada de la biodiversidad.
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